La razón de ser...

 Habitual en toda obra, siempre existe una breve exposición sobre las circunstancias que motivan su existencia. Valga este ejercicio como justificación. Hemos pretendido ejercer el ingrato oficio de "científico político", en el difícil campo de la historia política patria. Como diría mi recordado colega en nuestras lides doctorales Profesor Doctor David Petit, quien se adentra en esos predios ni es politólogo para los politólogos, ni historiógrafo para los historiógrafos. Aún así, nos hemos empeñado en la tarea, ignorando inocentemente si hemos hecho aportes de alguna significación en tan delicado campo. En todo caso: a quienes han tenido la gentileza en leernos, sepan que lo hemos hecho "ab imo in pectore".

Hoy queremos empeñarnos en otra tarea simultánea: el abordaje teórico político de muchos de los conceptos hoy "demolidos" en la práctica, a raíz del discurso con origen en cierto neo enciclopedismo, surgido del ejercicio libérrimo del periodismo (sin pretender hollar en el justo ejercicio de la libertad de opinar) y de algunas posiciones arrogantes existentes entre no pocos fablistanes, tanto nacionales como extranjeros, quienes se han dado a la tarea de "formular categorías políticas" sin sustento, así como dedicarse a crear "conceptos de uso político cotidiano", reiteramos, en lo teórico político bien conocidos, pero usados, sí, usados como "fórmulas discursivas", desatendiendo su verdadero contenido conceptual, contribuyendo así a su vaciado cognitivo paulatino.

En otro orden de ideas, este espacio también surge por la imperiosa necesidad de expresar nuestra propia opinión sobre la cotidianidad política, tanto en nuestra patria como allende o aquende los mares, sin la reata que impone la formalidad e indispensable rigurosidad metodológica, exigida por el serio trabajo historiográfico de investigación. La opinión, aunque expresada con base conceptual y teórica, no deja de ser opinión propia, pero por ínsita no deja de tener el valor de quien por más de seis décadas, ha visto pasar el agua de nuestro río político, abrevando de sus fuentes existenciales, algunas de ellas un tanto procelosas y amargas. Por el riesgo asumido, necesario afirmar que "lo cortés no quitará lo valiente".

Dejo pues a consideración del lector que tenga la gentileza en acercarse a estos predios, la indulgencia de su juicio y el interés sincero por sus contenidos. Y una vez más: Alea jacta est...

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