Crimen, política y relaciones internacionales: el imperio de la borrosidad.
¿Cómo se relacionaban los Estados entre sí? ¿Cuáles eran sus figuras
protagónicas? ¿Dónde estaban, al menos aparentemente, cada una de ellas? ¿Cómo
eran las relaciones entre la criminalidad y el Estado-Gobierno, específicamente
en las postrimerías del siglo XIX y principios del siglo XX?
Más allá de que sabemos, al menos empíricamente, que algunos
Estados-Gobiernos del mundo, alguna vez en su historia, se valieron de bandas
delincuenciales para la comisión de una variada gama de actos, que favoreciesen
sus intereses políticos y/o pecuniarios en momentos determinados[1],
hasta bastante entrado el siglo XX las organizaciones criminales estaban “allá” y los Estados-Gobiernos estaban “aquí”, esto es, existía un evidente “AQUÍ” y un indiscutible “ALLÁ”. Estados-Gobiernos, patrias,
leyes, política, líderes, fuerza pública y ciudadanos “observantes de la ley”, estaban claramente separados de
criminales, contrabandistas, asesinos y delincuentes de baja ralea. En suma: estaban definidos los límites.
Y no había ninguna duda: las relaciones diplomáticas, políticas y
comerciales entre naciones, las conducían sus gobiernos y mandatarios. Podía
resultar hasta cierto punto natural que, de existir, las injerencias viniesen
de grupos de poder económico, religioso, militar, político y/o ideológico, pero
no de bandas u organizaciones criminales. La realidad relacional, desde nuestra
óptica investigativa, parece haber empezado a cambiar luego de la aparición
formal de las organizaciones mafiosas y criminales propiamente dichas. Y
presentamos a ustedes el caso específico de las organizaciones criminales
italianas en los Estados Unidos de América, surgidas a comienzos del siglo XX.
Allí, en los sectores populares de las grandes ciudades, especialmente
Nueva York y Chicago, devenida además allí una muy variada migración europea,
se fue desarrollando “un espécimen
delictivo social” para quien cualquier negocio, especialmente aquellos
fuera de la ley, resultaban perfecta y absolutamente posibles. El mando y la
riqueza, atributos “merecidos” de los
tipos de su clase, especialmente de aquellos que fungiesen como “capos”; el reconocimiento ciudadano,
gesto y acción obligatoria por parte de toda la comunidad, so pena de un daño
corporal o, en el peor de los casos, una muerte indigna; y, finalmente, la
figura del hombre trabajador, arquetipo del “tonto
útil”, que más que admiración y respeto, debía merecer el más completo
desprecio. Este “espécimen delictivo”
fue conocido (y se conoce hasta hoy) como “The
Wiseguy”. Y es con la aparición del “wiseguy” que se van fortaleciendo los
grupos criminales sofisticados en los Estados Unidos, dando origen a
afirmaciones como las que a continuación citamos:
“La mafia[2]
(…) se ha entendido, desde hace más de
un siglo, como una forma de poder criminal que reproduce o remeda elementos del
poder estatal y trata de recibir compensaciones que pueden considerarse
análogas a las que, normalmente, están reservadas al Estado (…)…un poder que no
tiene otro objeto que el reforzamiento de su propia capacidad de dominación (…)
tratando de aprovechar, para ello, los espacios que el poder constituido (…) no
sabe o no puede ocupar.”[3]
En efecto, organizaciones mafiosas sofisticadas que ocuparon espacios
propios del Estado y que, finalmente, lograran enquistarse o penetrar en la
política[4],
como fórmula de lucha por y para el poder, se convirtieron en elemento esencial
en la reproducción del tejido social urbano estadounidense y sus relaciones
derivadas. Y del mundo, debemos y podemos afirmar, no sin cierta complicidad de
los propios Estados-Gobiernos. Veamos un par de casos emblemáticos, acaecidos
en los recientes años 80 del siglo pasado, dónde Estados y gobiernos,
solicitaron la cooperación y participación de las organizaciones criminales,
para alcanzar sus objetivos políticos en cada oportunidad.
Entre 1981 y 1989, Ronald Reagan fue Presidente de los Estados Unidos de América,
empeñándose en “acabar de una vez y para
siempre con el comunismo” en América. Coincidió su presidencia con la
consolidación del triunfo sandinista en Nicaragua. Los sandinistas, entrenados
en Cuba o en su territorio nica, bajo fuerte influencia castrocomunista,
derrotaron a un importante aliado estratégico de los gobiernos estadounidenses
en Centroamérica: el general Anastasio Somoza Debayle.
La CIA, cumpliendo con el mandato de Reagan, planificó y ejecutó una
operación (ideada en gran parte por el teniente coronel Oliver North, asesor
especial del Presidente), para hacerle llegar armas y equipos a la “Contra”[5]
(como se llegara a conocer a la organización guerrillera creada y financiada por
los antiguos somocistas y, por supuesto, el gobierno de los Estados Unidos),
con el objetivo de defenestrar del poder político y militar en Nicaragua, al
Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Una de esas operaciones, diseñadas y ejecutadas por la CIA, implicó los
servicios de un piloto civil, el capitán Barry Seal, para llevar, por vía
aérea, armas, pertrechos y equipos a los “Contras”
en Nicaragua y desde los Estados Unidos. Seal (quien previamente ya habría
trabajado para la CIA, aliándose secretamente y en el ínterin al Cártel de
Medellín), participó como agente activo con los mismos jefes de la “Contra” ( y con Jorge Luis Ochoa Vázquez por el
cártel) en una maniobra mediante la cual las armas con destino a aquella
organización paramilitar, se llevarían directo a Colombia desde los Estados
Unidos y no a Nicaragua (los cárteles habrían tomado parte del armamento y
negociado el restante con los grupos guerrilleros colombianos), mientras,
simultáneamente, ingentes embarques de cocaína, se traerían a bordo de las
aeronaves y en los vuelos de regreso.
“La Merca” (como se conoce en el ámbito del narcotráfico a
la droga objeto de tráfico y comercialización), se habría almacenado en
Nicaragua, para enviarla más tarde a Estados Unidos, oculta en barcos
pesqueros. Seal fue finalmente descubierto, siendo utilizado por la CIA, la DEA
y el FBI, para capturar a los operadores del Cártel de Medellín, tanto en Centroamérica como en
los Estados Unidos, “entregando” como
resultado final, a la “conexión
nicaragüense”. Cómo acto mortalmente conclusivo de su riesgosa carrera,
Seal fue asesinado en los Estados Unidos, por miembros de cártel de Medellín,
el 19 de febrero de 1986.
El segundo caso corresponde a la colusión del gobierno castrista cubano con
el Cártel de Medellín. Pablo Escobar Gaviria habría negociado con altos
representantes del mando militar y político antillano, el uso de su territorio
como base logística para el tráfico de “la
merca”, en su ruta hacia los Estados Unidos.
Existen dos versiones sobre la ocurrencia de la negociación y la posterior
operación de narcotráfico; ambas tienden a colocar a Raúl Castro como estratega
y una de las dos refiere el conocimiento de su hermano Fidel, pero sin su
involucramiento directo. El coronel Antonio “Tony” La Guardia (MININT) y el
general Arnaldo Ochoa (FARC) hubiesen sido los seleccionados por Raúl para
manejar la operación, junto a otros dos oficiales, el capitán Jorge Martínez
(FARC) y el mayor Amado Padrón (MININT). La estrategia habría sido escogida por
Raúl y su equipo, en su lucha “contra el
imperialismo y para debilitar por el vicio al enemigo militar” y para la
obtención simultánea de “fondos frescos”,
según la primera versión. En la segunda, como una complicada maniobra “para salir de la disidencia conspiradora”
(el general Ochoa sería uno de los jefes de aquella trama conspirativa contra
los Castro), recogiendo, como recompensa, importante
cantidad de “plata por la vereda,
habiéndose salido del camino”, en alusión a un antaño son cubano.
Lo cierto es que el 13 de julio de 1989, un tribunal militar creado para
esos efectos y tras haber sido “descubiertos”[6],
dictó sentencia de muerte contra La Guardia, Ochoa y sus compañeros, siendo
fusilados un mes después en La Habana, pero, hasta hoy, en lugar desconocido de
aquella ciudad. Pasaron de ser “Héroes de
la Revolución” a “Traidores de la
Revolución”. El juicio, totalmente televisado en Cuba, se conoció como “La Causa Nº 1”.
Ahora bien, a la luz de estos dos singulares y gráficos ejemplos, cabe
preguntarse, más de treinta años después: ¿Cómo podrían presentarse y
desarrollarse en la actualidad las relaciones entre Estados, partidos políticos
y crimen organizado?
Sobre un espacio de “borrosidades de
fondo”, tres estructuras se superponen e intersectan en una suerte de
relación, hoy igualmente borrosa. Estados-Gobiernos, partidos políticos y
crimen organizado, se encuentran en “zonas
de pensamiento y acción comunes” que definimos teóricamente como “Borrosidades”, suerte de espacios
grises relacionales, donde pudiesen llegar a intersectarse intereses “convenientemente coincidentes” a los
tres, esto es: INTERESES TÁCTICOS Y/O
ESTRATÉGICOS COMUNES Y EQUIVALENTES.
Hoy día y sin muchas explicaciones adicionales a las ya existentes, podría
citarse como un caso de intersección en la borrosidad “pensamiento y acción comunes” en función de “intereses tácticos y/o estratégicos equivalentes” de las tres
estructuras citadas, el asesinato del Presidente Constitucional de la República
de Haití en funciones Jovenel Moïse, acaecido en Puerto Príncipe, con fecha 7
de julio de 2021, suceso que se encuentra en plena investigación criminal, al
menos al momento de escribir estas líneas y del que se tienen detenidos a buena
parte de sus autores materiales y a por lo menos un operador intelectual
externo, por cierto médico de libre ejercicio, habitante en el sur de La
Florida, en Estados Unidos: el Dr. Christian Sanon.
Acerca del desarrollo de la “realidad
criminal organizada”, veamos que nos muestra la evidencia empírica. Un “Mafiamundi” tentativo demuestra que el
crimen organizado se ha convertido en una dimensión de la realidad actual “amplia, variada y poderosa”. Más de 150
organizaciones criminales a gran escala, haciendo vida en más de 80 países; más
de 2 millones de miembros, cifra que crece diariamente de forma exponencial;
una variadísima cartera de negocios que representa más de 100 mil millones de
dólares americanos al año, con intereses en todos los continentes, demuestra
que el crimen organizado se ha constituido en un emporio formidable, capaz de
condicionar la marcha del mundo, si ese fuese o llegase a ser su interés
estratégico prioritario.
Tomemos contacto ahora con su evidente penetración política. En Eslovaquia,
por ejemplo, el gobierno colapsó al comprobarse la participación directa de la
‘Ndrangheta en el homicidio del joven periodista Ján Kuciak, el 21 de febrero
de 2018, quien estuviese investigando los vínculos del partido ganador de las
elecciones nacionales, con esta última organización criminal italiana. Robert
Fico, primer ministro electo y luego en funciones, hubiese renunciado al cargo
por tal motivo, el 22 de marzo de 2018.
En la Italia actual, las grandes organizaciones criminales controlan una
porción sustantiva de la política y, como consecuencia, de las contiendas
electorales. Reportajes en importantes medios de Europa, certifican esta
penetración sistemática, mediante denuncias formales hechas públicas por
fiscales antimafia, jueces y periodistas. La ‘Ndrangheta calabresa, la Camorra
napolitana, la Cosa Nostra siciliana y la Sacra Corona d’la unitá, con sede en
el norte turinense italiano, no solo participan e interfieren en las elecciones
regionales, sino también en las nacionales (caso Silvio Berlusconi y el partido
Forza Italia, por ejemplo).
Respecto de la ‘Ndrangheta, se le reputa como la organización criminal más
expandida del mundo. En la austral Argentina, por ejemplo, el partido político
de quien fuera Primer Mandatario Nacional, Mauricio Macri, hubiese sido acusado
de promover la intromisión de esta importante organización criminal Ítalo
calabresa, tanto en los procesos electorales como en la conducción de la
gestión pública. Sobre la expansión de esa poderosa organización criminal, un
capo mafioso calabrés recientemente fallecido, habría dicho:
"Il mondo è diviso in due
parti: che cos'è la Calabria e che presto diventerà la Calabria", que en castellano se traduce, en alguna
medida, como “El mundo está dividido en
dos partes: la Calabria y lo que pronto se convertirá en la Calabria”
En nuestro ámbito hispanoamericano, mucho se puede decir del desarrollo del
crimen organizado. México, por ejemplo, en manos de las organizaciones
criminales de asesinos y traficantes de humanos (Zetas y Templarios, por citar
un simple par) que también parecen controlar “el Huachicoleo”, esto es, hurto, venta y tráfico de combustible.
Los poderosos cárteles mejicanos de
la droga[7],
como el Cártel del Golfo y el Cártel de Sinaloa, este último (en parte)[8],
bajo la dirección del hoy preso y extraditado a Estados Unidos, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera y sus hijos,
siendo el más joven de ellos, Ovidio Ramón, protagonista reciente de un
espectáculo doloroso y bochornoso, acaecido en la ciudad de Culiacán y en la
que miembros del cártel mantuvieran en vilo a la ciudad capital sinaloense,
tras la captura de “El Chapito”,
quien fuera finalmente liberado de inmediato por el propio Presidente de la
República, Andrés Manuel López Obrador, según él mismo afirmase en mensaje a la
nación “para evitar males mayores a la
población”. El Cártel del Golfo, por ejemplo, tiene hoy intereses en más de
60 países.
Otros casos dignos de mención, los constituyen El Salvador y Guatemala. Hoy
ambas naciones están prácticamente en manos del lumpen pandillero
centroamericano, que habiendo dado sus primeros pasos en el sur de California,
en los Estados Unidos y luego de la guerra civil en el primero de los países
referidos, se hubiese trocado en “pandilla
urbana” para defenderse de los delincuentes estadounidenses, tan pobres y
preteridos como ellos (especialmente de origen chino, afroamericanos, coreanos
y mejicanos), dando a luz a esos engendros que hoy controlan la casi totalidad
de ambos países en Centroamérica: la Mara
Salvatrucha y Barrio 18.
Y en nuestra tierra de gracia,
también es mucho lo que podemos decir. En Venezuela, por ejemplo, el discurso
del conflicto político de las dos facciones enfrentadas, se nutre de una
identidad criminosa propia. Mientras la facción que representa al gobierno,
acusa a su contraparte de hacer uso de “narcoparacos
y bandas criminales financiadas por la oligarquía colombiana”[9],
su contraparte acusa al gobierno de promover, sostener y amparar a “la narco guerrilla colombiana disidente”[10], a grupos internacionales de narcotraficantes
y a colectivos del hampa común quienes, además, habrían “penetrado totalmente a la fuerza pública y a las instituciones del
Estado”.
Así las cosas, la “retroalimentación
perturbadora” entre conflicto y discurso, toma un cariz distinto, merced de
la intervención directa de las organizaciones delincuenciales en actividades de
secuestro y asesinato, sabotaje, saqueo y destrucción de la propiedad, tanto
pública como privada, retroalimentando así el discurso y haciendo cada vez más
intensos los “retornos perturbadores”,
promoviendo de manera permanente una marcha indetenible hacia los niveles más
altos de la fase de escalamiento en los conflictos.
Estas acciones intencionadas, condicionan sin duda las relaciones
internacionales, al momento de examinarlas, definir la existencia de conflictos
políticos entre naciones y distribuir responsabilidades. Siguiendo esta senda,
los gobiernos de Venezuela y Colombia se acusan mutuamente. Se señalan como
promotores en la participación y realización de actos subversivos de uno contra
otro, ofreciendo públicamente “pruebas
irrefragables” de la participación de grupos de criminales armados y organizados.
Por otra parte y en agravio respecto de los acontecimientos previamente
narrados, se han visto involucrados agentes armados venezolanos en la promoción
de actividades de sabotaje y agitación en la República de Ecuador y en la
República de Chile, según declaraciones de los gobiernos de ambas naciones, afirmaciones que han convertido a nuestro gobierno en
agente desestabilizador de la región, por lo que ha recibido, junto al de Cuba,
acusaciones directas de la OEA. Hoy la prensa internacional ha llegado a
afirmar que la ‘Ndrangheta calabresa,
la organización criminal más grande del mundo, como dijésemos en líneas
previas, tiene, por añadidura, una “visión
para su expansión estratégica” a corto, mediano y largo plazo.
Si extendemos esta “visión
estratégica” a otras organizaciones criminales como “las Tríadas” chinas de Hong Kong, utilizadas tanto por el Partido
Comunista Chino como por la CIA, promoviendo disturbios en favor y en contra de
una u otra facción, durante la realización de las violentas protestas que
tuviesen lugar en aquella ciudad china recientemente; “la Yacuza”, activa promotora en la trata internacional de blancas
y en la prostitución de políticos tanto dentro como fuera de Japón, además de
puente del narcotráfico desde y hacia el oriente lejano; o las mafias de
traficantes de seres humanos desde los países africanos hacia Italia, a través
del Mediterráneo y hacia la isla de Lampedusa en Sicilia, en colusión con “la Cosa Nostra” y “la Camorra”, para promover triunfos o derrotas electorales en el
sur italiano y al propio tiempo, favorecer el conveniente aporte de un nutrido
y permanente contingente de mano de obra esclava, explotada por la estructura
itálica criminal, en sociedad con parte sustantiva del empresariado del sur
italiano, con pingües réditos y sin costo; o el Cártel de Sinaloa o la Mara
Salvatrucha o los Templarios o los Zeta o el ELN o la disidencia de las
FARC condicionando vidas, muertes,
contrabando de combustible y alimentos, migraciones fronterizas, narcotráfico y
participación política, resulta válido preguntarse: ¿Cuál será la agenda de las
relaciones internacionales entre los países en el futuro inmediato? ¿Será
aquella que impongan los gobiernos, sus políticas o intereses estratégicos o
las agendas de las vastas organizaciones criminales internacionales, coludidas,
como ya hemos visto, con grupos empresariales, facciones y/o partidos políticos,
sean gobiernos o no? ¿Quiénes serán los mandatarios en el futuro próximo:
políticos de oficio, empresarios, militares o los jefes de los cárteles o,
acaso, un “capo di tutti capi” o un “capo crimine”?
Por todo lo anteriormente expuesto, nos permitimos concluir:
*La política real parece no haber
sido nunca un juego libre de la participación de bandas criminales…
*La política y los gobiernos, al
menos en el pasado siglo XX, se valieron de las organizaciones criminales para
lograr objetivos de poder…
*Hoy, la política real ha sido
penetrada por las organizaciones criminales o negocia sus intereses de poder
con las organizaciones criminales...
*Hoy, los criminales son políticos y
hay muchos más políticos criminales.
Hoy, pareciésemos ir hacia una sociedad dónde la ley y los condicionantes
de la convivencia social, parecen serán fruto de lo que acuerden políticos de
oficio y criminales o impongan a ultranza las organizaciones criminales, según
sus agendas de intereses y, acaso, como consecuencia, las relaciones internacionales
que de ellas se deriven. Anomia y pactos criminales parecen ser el sinónimo del
futuro político y en consecuencia aquel de las relaciones entre naciones ¿Acaso el imperio definitivo de Mr. Crime?...Ya
veremos…
[1] Ejemplo palmario del uso
de estructuras al margen de la ley (al menos de los mares) lo constituyen los
corsarios ingleses y los bucaneros franceses, ambos asaltantes de barcos
mercantes en la mar, mejor conocidos como piratas y utilizados alternativamente
por los monarcas ingleses y franceses, en el contexto de sus propias guerras
europeas, durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
[2] El distinguido académico
palermitano Dr. Giuseppe Carlo Marino hace saber respecto del origen del
vocablo “Mafia”, por cierto de uso
primigenia y únicamente siciliano: “……no
es secundario destacar que la misma
palabra “mafia” tiene su etimología, casi con seguridad, en la palabra árabe maha fat que significa “protección,
inmunidad o exención…” Y como “puntos
incontestables” respecto del origen del fenómeno político “mafia”, establece como primera
referencia de tal naturaleza: “…la mafia
es, en sentido estricto, un fenómeno
siciliano cuya exportación a otras partes del mundo se debe, sobre todo, como
es particularmente evidente en las Américas y en especial en los Estados
Unidos, a las corrientes migratorias sicilianas y a la específica evolución de
sus colonias en las diversas realidades sociales de los países de nuevo
asentamiento.” Marino, Giuseppe Carlo; Historia de la Mafia. Un poder en
las sombras. JAVIER VERGARA. Buenos Aires, 1998. Págs. 24 y 25.
[3] Recuperado de internet en: https://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=2657&t=articulos.
[4] Respecto de la política, mafia y criminalidad, el Dr. Marino hace
saber: “…la mafia siciliana (…) por la
complejidad de los procesos culturales que la han generado y alimentado en el
tiempo y por las peculiaridades específicas de su larga historia, no es, y
nunca ha sido, circunscribible a la simplificadora dimensión de un fenómeno
criminal.” Y agrega más adelante, de manera concluyente:
“…al ser la mafia un fenómeno social
indisociable de la política, su formación y su desarrollo coinciden con las
vicisitudes del tenaz sistema de poder que ha caracterizado a Sicilia. Incluso
se podría sostener que la historia de la
Sicilia política es, de por sí, la historia de la mafia.”
Marino…Op.Cit…Pags. 24 y 32.
[5] “Contra” vocablo que
significa suerte de contracción de la palabra “contrarrevolucionaria o contrarrevolucionario”. A los miembros de
la “Contra”, se les conoció entonces
como “Contras”.
[6] Familiares de los
implicados y posteriormente fusilados, por ejemplo, las hijas del general Ochoa
y el coronel La Guardia, por cierto esta última suerte de “ahijada” de Raúl Castro, habría afirmado en una ocasión que habría
sido Raúl quien hubiese ordenado directamente a su padre y al general Ochoa “conducir las tratativas y posteriores negociaciones”
con Pablo Escobar Gaviria y que si por alguna aciaga circunstancia, llegaban “a
ser descubiertos” tanto nacional
como internacionalmente, el “general de
ejército” se encargaría de todo lo atinente a sus seguridades. Parece ser
que Fidel se negó a tal protección, habiendo Raúl consultado con él. En la
primera versión, Fidel sería responsable de la llamada Causa Nº1 y sus
consecuencias. En la segunda, podría haberse tratado de una trampa vulgar
puesta por Raúl para eliminar a la presunta “disidencia
militar” y la Causa Nº1, en consecuencia, una puesta en escena más, ya
habitual en la propaganda castrocomunista.
[7] Los poderosos cárteles mejicanos de la droga intervienen de manera
directa en los procesos electorales regionales. En las recientemente realizadas
elecciones de medio término, en las cuales se eligieran alcaldes y
gobernadores, más de 82 candidatos resultaron asesinados por los cárteles y
al menos dos candidatos a gobernadores
resultarían señalados de recibir apoyo directo del narcotráfico.
[8]Diversas fuentes, tanto en los medios mexicanos como de los cuerpos
de seguridad del mundo, afirman que el verdadero jefe del cártel de Sinaloa podría ser Ismael “El Mayo”
Zambada, quien a sus 72 años, jamás ha sido hallado y menos capturado. Su hijo
Vicente “Vicentillo” Zambada y su hermano Reinaldo “El Rey” Zambada, fueron
capturados y extraditados a los Estados Unidos. La única vez en su larga vida
criminal que se ha escuchado su voz, fue en una conversación telefónica, bajo
escucha, que hiciese el “Vicentillo” con su padre, desde la cárcel en USA. Le
informaba de su traición, a cambio de beneficios procesales. “El Mayo” habría
respondido: “Hijo, haga lo que tenga que
hacer…”
[9]El presidente venezolano hubiese declarado, en
relación a los sucesos de las semana comprendida entre los días 6 y 10 de julio
de 2021, en el marco del ataque que hiciese una organización criminal de
Caracas, contra la población civil y efectivos de la fuerza pública, que los
grupos delictivos serían financiados por la “oligarquía
colombiana, la oposición política venezolana y el gobierno del presidente Iván
Duque” y la preparación “militar”
de los miembros de las bandas, hubiesen quedado a cargo de “organizaciones paramilitares” del vecino país.
[10]El denominado “presidente
interino” de Venezuela, ingeniero Juan Guaidó habría declarado a los
medios, tanto nacionales como internacionales, que el gobierno de Venezuela “apoya y financia” a las guerrillas
colombianas de la Nueva Coordinadora de las FARC (Márquez-Santrinch(+)-Paisa-Romaña)
y al Ejército de Liberación Nacional. Al propio tiempo, estaría participando en
las operaciones de facilitación del narcotráfico, así como en las actividades
de ataque y repliegue de ambas organizaciones guerrilleras en el territorio
colombiano y hacia territorio venezolano.
Excelente!
ResponderBorrarMil gracias
Borrar