LA SOCIEDAD CIVIL: un concepto político de actualidad.
En el conflicto político que nos tiene a los venezolanos padeciendo los últimos
cinco lustros, es frecuente ver y oír, en el discurso político de una de las
partes, el uso continuado y, a veces, el abuso de un concepto político de vieja
data: LA SOCIEDAD CIVIL.
Como la mayoría de los conceptos o definiciones de uso indiscriminado en el
discurso político del conflicto venezolano, tanto por actores activos en la
contienda como por difusores, opinantes y analistas, el concepto se “intuye y siente”, antes que saber, en
términos de la ciencia política, que significa, cuál es su historia y,
fundamentalmente, a quién identifica. Revivido por la oposición política al
gobierno de Hugo Chávez, fue interpretado, por ambas partes, como una especie
de etiqueta social de clases, uso alimentado además desde el socavón criollo
del resentimiento, que hunde los colmillos en nuestra carne venezolana, aún
desde los tiempos coloniales y acaso habite allí el origen de tanto reconcomio social.
LA SOCIEDAD CIVIL es un concepto estrictamente político, con una
larga historia en el mundo occidental y ausente de invocación alguna en los
países del cercano y, más aún, del lejano
oriente. De modo que, de inicio, se reitera, el concepto es estrictamente
occidental y su historia marcha paralela a la historia de la sociedad
occidental, desde la Edad Media hasta la Edad Moderna, haciendo su aparición
con nombre y apellido en el epitome de la razón en la Modernidad, esto es, el
Iluminismo y la Revolución Francesa. Tiene también el desarrollo económico en
esta parte del mundo, singular importancia en la existencia del concepto. De la
sumisión absoluta a Dios y su ley, al mercantilismo y, luego, a la revolución industrial,
la obsesión maquinista, el dominio de la razón, el intercambio de mercancías y
la riqueza por consecuencia, llevando directamente hacia el capitalismo, la
otrora burguesía artesana, agrupada en “guildas”,
emerge ahora como poderosa burguesía financiera, industrial y comercial,
reviviendo entonces el debate de la libertad y la igualdad políticas, que un día Santo Tomás de Aquino reservase solo a los cristianos obedientes de la ley divina.
Es así como la burguesía reclama esa libertad postergada y constreñida a
los católicos, a todos, pero especialmente a ella como cuerpo social. Sobre ese
hecho afirma Hermann Heller:
“La exigencia político-social de
libertad e igualdad se limita primero a la clase burguesa, identificada como el
“pueblo”. Y el mismo Locke, que, de acuerdo con su época, considera la libertad
personal y de propiedad inherente a la esencia del hombre...” [1]
De modo que libertad e igualdad, en términos políticos, atados quedan a la
propiedad y por ende a la burguesía, quien considerándose exclusivamente como “el pueblo”, se convierte entonces en
sociedad sujeta al derecho natural de ser libre, un principio esencial del
derecho natural cristiano y siendo el derecho a la libertad un “derecho civil”, propio de la sociedad
moderna, la burguesía era la legítima representación de “la sociedad civil”.
No obstante haber reclamado esa condición, ante el predicamento de su
extensión hacia todo lo que realmente pudiese haber contenido el concepto
republicano de “pueblo”, afirma
Heller que:
“La sociedad civil no pudo, sin
embargo, impedir, ya que no poseía otra legitimación del poder, que la lógica
inmanente de la exigencia político-social de libertad e igualdad, operase
también, en la época del capitalismo avanzado, sobre el proletariado.”[2]
Así las cosas, el concepto de “Sociedad
Civil” deviene en problema no resuelto, como categoría incluyente, cuando
se trata extender la definición más allá de la burguesía inicial reclamante con exclusividad de su ámbito, al convertirse en suerte de
exigencia por y para un proletariado industrial cada vez más creciente. Es
George Frederich Hegel, quien se plantea este problema, desde la relación
dialéctica entre la concentración de capital y la proletarización cada vez
mayor, de una cantidad sustantiva de ese “pueblo”.
Dice Hegel:
“…cuando la sociedad civil actúa sin
trabas se dedica (…) a desarrollar la población y la industria. Con la
generalización de las vinculaciones de los hombres, mediante sus necesidades y
los medios de preparar y conseguir los medios para satisfacerlas, se
intensifica, de un lado, la acumulación de la riqueza y, del otro, la división y limitación del
trabajo particular y con ello la dependencia y penuria de la clase dedicada a
ese trabajo, lo que trae como consecuencia
el no poder cultivar sus demás facultades y, especialmente, disfrutar
los beneficios de carácter espiritual que ofrece la sociedad civil.”[3]
La “sociedad civil”,
una vez reclamada su representatividad como la expresión única del “pueblo”, encarnado inequívocamente en
la burguesía, según Hegel termina siendo el hábitat de una tremenda
contradicción, que su discípulo, Lorenz Von Stein, identifica como “la fuente verdadera de toda libertad y opresión”.
Cuando en la medianía del siglo XIX arriban Carl Marx y Friederich Engels, a
grupa de su “fantasma que recorre Europa”,
el concepto de “sociedad civil”
adquiere características de emblema distintivo de “las burguesías explotadoras” y, en consecuencia, el rostro
manifiesto del enemigo a vencer. “Estado
capitalista y sociedad civil” se convierten en cómplices de la pobreza y
abandono del proletariado industrial, mismo que debe ser reivindicado por la “Revolución
Socialista”.
Un razonamiento equivalente hace parte de la construcción ideológica del
fascismo y su hijo natural el nazismo, sistemas políticos totalitarios surgidos
de la debacle de Europa bajo las democracias liberales, derrotadas en la primera
guerra mundial, fueran en el contexto de monarquías constitucionales o de
regímenes parlamentarios, siendo entonces para nazis y fascistas el concepto de
“sociedad civil” muestra palmaria de
la derrota y la incompetencia en la gestión pública.
Finalizada la segunda gran conflagración mundial, derrotado el eje
militarista totalitario, pero con pleno avance del comunismo marxista,
encarnado en una Unión Soviética triunfante, se inicia la llamada, con
posterioridad, Guerra Fría, en suerte de confrontación oriente versus
occidente, adquiriendo “la sociedad civil”
la representación del capitalismo emergente y desarrollista, así como de la
libre empresa y del expansivo esfuerzo individual de quehaceres creativos e
industriosos, englobando en esa categoría a todos y todas, en el llamado “mundo libre” sin distingo económico y social.
En tal sentido, el concepto de “Sociedad Civil” hoy día, engloba a todos los pueblos, en las
naciones que pudieran considerarse libres, incluso en naciones con el potencial
peligro de ser esclavizadas por una ideología totalitaria, que aspiren a la
democracia liberal como forma de gobierno, bajo el capitalismo como sistema
económico. De este modo, la Sociedad
Civil, integrada por esa parte del pueblo que se opone al socialismo y al
comunismo, incluye tanto a industriales banqueros y comerciantes, como a
campesinos, obreros, estudiantes, soldados y policías, médicos, maestros,
enfermeras, artistas, literatos y poetas, en un largo etcétera, por hacer una distinción más detallada, que
hacen frente común a los totalitarismos, sean de izquierdas o de derechas.
[3] Heller; Ibid.Pág. 160
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