EL DISCURSO POLITICO DE LA IZQUIERDA HISPANOAMERICANA:cinco elementos para enganchar incautos.
Desde que el lenguaje marxista impregnó el discurso político hispanoamericano, al comienzo del siglo XX, materializado el triunfo de la Revolución Bolchevique y fundados los Partidos Comunistas en la región, el discurso político de la izquierda regional, se ha basado en cinco elementos condicionantes, ínsitos además (casi de manera natural) al comportamiento económico, sociopolítico y cultural de nuestras naciones y que permiten pergeñar cinco promesas, propaladas una y otra vez por las organizaciones políticas de esa tendencia, a veces gracias al éxito que dan las armas y las balas y, otras, mediante una sorpresiva votación mayoritaria que inclina las balanzas en la dirección que el poder tradicional mira con auténtico terror.
Entendemos en estas líneas por pobreza a la carencia material de todo tipo de bienes, sea total o parcial, siendo esta condición de “parcial” rayana en una exigüidad tal, que la cuantía de su posesión permite apenas la supervivencia más elemental. Esta situación “parcial” de la posesión es siempre utilizada por alguien, sea individual o grupal, como una suerte de “modulador” de la dominación. Así las cosas, terratenientes, patronos, gamonales de turno, jefes, jefecitos, caciques, presidentes, gobiernos, militares, políticos de oficio, empresarios, industriales (de allí la fuerza de convicción que tenga el marxismo en estas tierras para conjurar las disonancias cognitivas y promover tanta consonancia cognitiva, afirmación que hacemos apropiándonos de dos conceptos de León Festinger), han hecho uso de la “administración de la pobreza” para ejercer una sistemática y permanente dominación, sea ideológica, política o simplemente material.
Ninguno de nuestros países, incluso aquellos que han logrado interesantes
índices macroeconómicos de crecimiento, ha logrado erradicar la pobreza. Más
del 80% de nuestras poblaciones son pobres. Esa pobreza viene acompañada de
falta de asistencia de los Estados y por consiguiente trae su carga de
enfermedad y muerte. Ambas, aparejadas al abuso generalizado, producto de la
evidente debilidad del pobre, hacen de la pobreza una verdadera tiranía, en el
sentido que Victorio Alfieri diese a la tiranía: la posibilidad de que sea el tirano el que haga las leyes y las viole
cada vez que le venga en gana.
En el contexto de esta suerte de artículo, definimos a la ignorancia como la falta, total o parcial, de la carga cognitiva necesaria para elaborar pensamientos complejos que permitan, al menos, alguna clase de aproximación a la realidad política, además de la interpretación de sus discursos (sean políticos y/o ideológicos) más allá de la emoción, la pasión o la necesidad imperiosa de sobrevivir. Lo político, lo ideológico o la combinación de ambas categorías, así como sus contenidos, exige la posesión de alguna formación educativa básica o enseñanzas con cierto nivel de especialización, además de la capacidad cultural e intelectual para realizar cierto tipo de abstracciones, más allá de la supervivencia o la pasión. Citemos un ejemplo. El análisis morfológico de una construcción gramatical, exige el conocimiento previo de lo que definimos como sujeto, verbo, predicado y complemento; por supuesto que es obligante que quien pretenda hacerlo, sepa leer y escribir; finalmente, que aquella persona haya podido comer al menos una vez, habiendo despertado aquella mañana, si acaso se tratase de ese momento del día, bajo techo y no a la intemperie, sin haber sido además sujeto de malos tratos, agresiones e incluso tortura. Si ocurre lo contrario, esto es, hay hambre, dolor y falta de instrucción ¿Cómo abordar la solución del problema sin odio, miedo o resquemor, todas emociones que mueven a la pasión?
El Resentimiento y la sed de venganza…
Y de estos se alimenta, casi consuetudinariamente, el discurso de la
izquierda hispanoamericana, que valiéndose del hecho indiscutible de que la
realidad expuesta en el párrafo previo, es consustancial a todas nuestras
sociedades, orientan y dirigen casi quirúrgicamente los odios, resentimientos y
sed de venganzas hacia las “los rostros y
razas” así como “espacios y lugares”
según sean convenientes a sus intereses de ocasión.
La Corrupción…
Infortunadamente para nosotros en Hispanoamérica, la corrupción es crónica e ínsita a todas nuestras sociedades. No hay hueso sano. Gobiernos, empresarios, industriales, partidos políticos, Fuerzas Armadas, Policías, Iglesia Católica, sindicatos, colegios profesionales, instituciones educativas, colegios gremiales, organizaciones de la sociedad civil sin aparentes fines de lucro, etc., etc. están permeados por esta práctica, acaso, como ya lo adelantásemos de alguna manera, una forma de “negociar expeditamente” en nuestros predios. El pobre, lleno de resentimiento, ávido por su sed de venganza e ignorante por su situación de supervivencia cotidiana, es sujeto permanente de este mal y lo que es peor, incurre en el cuándo, colocado en una posición más ventajosa que el resto de sus congéneres, la aplica como práctica para sobrevivir. Total: la ve, percibe, siente y padece cotidianamente.
El discurso político de la izquierda latinoamericana focaliza a los
culpables del mal en sus contrapartes “demoliberales
burguesas” básicamente por apoyarse en “el
capitalismo”: el paradigma del mal.
“Solo nosotros somos los dueños de
prístinas conductas”; “solo nosotros somos propietarios de reputaciones
inmaculadas”; “solo nosotros, por
disciplina marxista, somos incapaces de vivir en la riqueza y dejarte a ti la
carga de la pobreza porque nosotros somos, ante todo y todos, sangre y carne
del pueblo”. Habría que preguntarles a cubanos, venezolanos y hoy,
especialmente, a nicaragüenses, sin esas cualidades “adornan” a sus gobernantes revolucionarios.
La combinación y el discurso político de la izquierda hispanoamericana…
La pobreza, la ignorancia, el resentimiento y la sed de venganza junto a la lucha contra la corrupción, constituyen las bases del discurso político de la izquierda hispanoamericana. Lo vimos gráficamente en el discurso del licenciado Andrés Manuel López Obrador en el transcurso de su campaña, lo que le trajo como rédito un triunfo sin mácula, que se manifestó en 53% sólido por encima de su próximo contendor. Escuchamos todos los días los discursos de Díaz Canel, Ortega, Maduro y Petro, y un novel Boric, plétora de los mismos conceptos. No obstante, los que están en el poder, endilgan las culpas que generen la pobreza, la ignorancia, el resentimiento y la sed de venganza, en sus “enemigos” tanto “internos como externos”. Y los casos que les atañen directamente, que son muchos y reproductores por excelencia de pobreza, los atribuyen a “infiltraciones externas del imperialismo” o “traiciones promovidas desde dentro por las burguesías contra revolucionarias” o por los “enemigos universales de la Revolución” jamás como enfermedad propia del poder, su detentación absoluta y usufructo vulgar. La izquierda revolucionaria, según ellos, nace sin “pecados originales”.
El estamento izquierdoso latinoamericana ha explotado este discurso desde los inicios del siglo XX y sin demérito de alguno de sus honestos luchadores (que los han tenido y han sido cifras en el combate por la libertad de los pueblos en nuestro continente), hoy suenan como música vacía de organillero malo, en contraposición a sus logros revolucionarios y en cada una de las naciones en las cuales han logrado o lograron tomar el poder. No han reproducido otra cosa que pobreza; han acentuado, sobre todo en los últimos años, una suerte de ignorancia supina, sobre la base de la dádiva como mecanismo de control social de masas; y se han alimentado del resentimiento y la sed de venganza, mediante la focalización del odio popular sobre sus enemigos políticos o todos aquellos que resulten incómodos adversarios. Fue vista un día y en su mejor momento, como fórmula inmaculada y hasta culta, de reivindicación de los preteridos del continente, porque la hora la justicia social, habría sonado. Hoy no es más que máscara barata, propia de un carnaval vetusto de ideología periclitada, que, ya mustio, revela en su rostro los signos inequívocos de la borrachera del poder.
¡Ojo!: cuidado con la cruda al despertar…y
en Venezuela: con un amargo ratón, porque siempre es posible un volteado de
tortilla…Nunca se sabe…
Mi respeto y reconocimiento al autor de esta sesuda pieza de análisis, tan necesaria y oportuna como esclarecedora, que deja al desnudo a ésta eterna trampa "cazabobos", que es la izquierda "revolucionaria" latinoamericana.
ResponderBorrarLo que la izquierda latinoamericana ha sabido manejar con creces son sus 5 herramientas de trabajo: la riqueza malhabida, el conocimiento aplicado al control social, la siembra de la división, la avaricia desmedida y la destrucción del Poder Judicial para poder garantizar su impunidad.
ResponderBorrar