La neo izquierda mundial: una fiesta sin fin...

Con el respeto humano que me merecen mis alumnos, amigos y viejos conocidos militantes aún de la llamada “nueva izquierda latinoamericana” (un engendro que confieso no tener idea de lo que, de fondo, se trata, acaso la misma informe categoría conceptual que el “nuevo liberalismo” o “neoliberalismo” en su aciago tiempo tuvo, de cara a la más sana Teoría Política), estoy y no temo afirmarlo categóricamente, hasta el límite de la paciencia de su trillado discurso de “pueblos sufridos”, “derechos humanos”, “participación popular”, “revolución democrática” y “protección al medio ambiente” (entre otros tantos vacuos actos de habla), mientras degustan jamón de cerdo ibérico y caviar ruso, disfrutan de buenos vinos franceses (los más radicales, supongo, lo harán con los más afamados caldos chilenos y argentinos de buena cepa Malbec), en los mejores hoteles del orbe.

La “vieja izquierda”, en prisión la mayor parte de su tiempo vital, bajo tortura y persecución consuetudinaria, aun siendo y estando en el poder político (nuestra enfermedad secular), vivía con decoro y comía, en la mayoría de su tracto temporal, pan con mortadela o asado de obra, en el mejor de los casos regados con caldos nacionales o cerveza común. Esta narco izquierda "fiestera" de hoy, no solo viaja, solazándose en el disfrute mediterráneo vacacional, fotografiándose en suerte de “socialista venganza” en un “selfie sin fín”, sino que siendo y estando en el poder político, se roba hasta las piezas sanitarias de las oficinas públicas, con o sin carga fecal, a guisa de saqueo terminal, por aquello del derecho a la “reivindicación social y económica”.

Algunos de sus jerarcas, tal cual hampones de la peor ralea, se escudan en su discurso de “protección a ultranza de las masas oprimidas” para justificar la más abyecta de las tropelías. Promocionan y acaudillan movimientos tan variopintos como los “chalecos amarillos franceses” o “las verdes abortistas australes” (hoy exportadas a México, dónde incluso ya tienen una advocación de la virgen María, la Santa Madre Abortera), los “Sin Techo” con apartamentos de lujo, los “Medio ambientalistas” socios de los grandes madereros brasileños o, tal vez, a  los heroicos “rescatistas del mar” quienes les facilitan el trabajo a los grandes traficantes de personas.

Estiércol humano “puro y duro” vagan por el mundo exigiendo, obligando, presionando gobiernos soberanos de naciones, para que acepten lo inaceptable, en nombre de “la humanidad y sus derechos”. Se confunden, en aquella viscosa sustancia social de variado hedor, multitud de  gentes buenas, llenas, sin la menor duda, de sustantivas intenciones de justicia humana,  pero terminan siendo absorbidas por el show, la ridiculez y el “inmediatismo mediocre” que gobierna al mundo.

Bufones, payasos, saltimbanquis y malabaristas (especialmente gitanos) tuvo la humanidad desde que vio la luz y los monarcas llegaran a entronizarse como representación omnímoda del poder político en el mundo, pero eran distinguibles e identificables como dueños de artes populares, algunas "buenas" y otras "malas". Hoy día hacen parte de esta inmensa bola informe de heces  en la que se ha transformado la humanidad, dónde, como en la vieja canción de Serrat: “…el prohombre y el gusano, bailan y se dan la mano, sin importarles la facha…”. Tiempos contemporáneos de fiesta interminable, en la estulticia izquierdosa de unos cuantos prestidigitadores de la realidad social. Quien sabe cómo será su final, acaso ¿Mad Max…?

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