EL REINO INEQUÍVOCO DE LA MALDAD: EL HAMPA ENSEÑOREADA ¿Evolución natural o culposa negligencia?
Se trata de una forma de gobierno que jamás hubiese
sido imaginada por Aristóteles y más tarde, durante el siglo I después de
Cristo, caracterizara, en alguna medida, a los pueblos nórdicos: el gobierno organizado del crimen. Las
organizaciones dedicadas al crimen como forma de vida, surgían espontáneas en
diversas partes del mundo y en tiempos diversos, fundamentalmente por la
pobreza material. Desde los piratas berberiscos, pasando por los bucaneros y
corsarios, franceses los unos e ingleses los otros, grandes masas de población
dedicábanse al “delito” (o aquello
que las leyes, por lo general imperiales, así determinaran de tales), como
forma de vida, más bien, en la mayoría de los casos, como esquema único de
supervivencia.
Aun así, monarcas de uno u otro tiempo, hicieron
uso indiscriminado de estas grandes “bandas
trashumantes” en aras de proporcionarse poder, destruir enemigos y, en el
peor de los casos, asesinar posibles contrincantes políticos. Desde los ninjas
japoneses hasta los mercenarios normandos, fueron utilizados a cambio de
espacios para habitar, tierras para cultivar o bahías para recalar al rescoldo
y restañar heridas de guerras por encargo. Fueron explotados sin tasa y medida,
en todo lugar y todo tiempo, en calidad de mercenarios de ocasión.
El siglo XX, muestrario de miserias que continúa pasmosa
y descarnadamente en el XXI, ha sido ámbito amplio de exposición en esta
reiterada utilización, extendiéndose su práctica al gran conglomerado de
empresas privadas, que hiciera eclosión luego de las primera y segunda guerras
mundiales. Así, son famosas las colusiones entre mafiosos urbanos y los
rompehuelgas en los Estados Unidos e Inglaterra, a principios del siglo XX; los
asesinos “rutilantemente uniformados”
de los nazis; “los lincheros” tanto
en el Nueva York epítome del capitalismo, como en el Moscú, escenario material
del más socialista de los marxismos. No obstante, el hampa organizada, siempre
personificando la aliada más conveniente a la realización del trabajo sucio,
luego de conseguido el objetivo, fue la primera de los grupos sociales sujetos
de muerte y persecución.
Gobiernos, grandes industriales, banqueros y
comerciantes, siguieron bebiendo champán, navegando en sus yates y disfrutando
de sus palacetes, mientras sus antiguos aliados en el crimen, pasaban largas
temporadas de cárcel, exilio o “lloraban”
a sus muertos en alguna madriguera mal oliente o lóbrega ergástula. Y la “sociedad decente” vivió su vida sin
percatarse de que cada hora de amargura, cada instante de persecución, cada
escollo y cada recodo en la carrera del crimen mundial, sirvió para su
organización, cada vez más flexible, precisa y, utilizando conceptos
empresariales muy en boga: eficaz,
efectiva y eficiente.
Hoy, el crimen organizado ha “colaborado” con los partidos políticos para la compra de votos; el ejercicio de presión sobre la población
común para obtenerlos; y la desaparición física de contrincantes
inconvenientes, en la obsesiva e inmisericorde carrera tras el alcance del
poder político. El crimen organizado “ha
resuelto” merced de sus acciones expeditas, “un problema de competencia empresarial” quemando las instalaciones
industriales de un competidor o permitiendo “hacer
caja” a algún empresario o banco quebrado, mediante el cobro de millonarias
pólizas de seguro, tras siniestros provocados y convenientemente escondidos. El crimen organizado ha “depositado” en la banca internacional, ingencia de capitales
producto de sus múltiples y variados “negocios”,
con pingües beneficios para los banqueros. Hoy, sin la más mínima duda, el
crimen organizado permite a los gobiernos hacer dinero con el narcotráfico, la
trata de blancas, el secuestro y el asesinato. Y hoy, más que en ninguna otra era en
la historia moderna de la humanidad: el
crimen organizado está más globalizado y eficientemente estructurado que
nunca.
La N’drangheta calabresa y el Cártel de Sinaloa,
son las estructuras criminales mejor construidas, asesoradas y extendidas del
mundo, pero el gobierno institucional mundial los sigue viendo como los lobos
del bosque: puede hacerlos perros mediante la domesticación o lanzarlos a los
rebaños de ovejas ajenas para que los devoren a conveniencia, solo apelando a
sus “leyes e instituciones”. Y esa
creencia institucional arrogante, es la que constituye el primer factor de
ceguera total. Hablemos en primera persona, tal cual se tratase quien escribe
del Crimen Organizado
(intencionalmente ambas iniciales escritas en mayúsculas como si fuese un
nombre propio) interlocutor de los gobiernos, las empresas privadas y las leyes
mundiales, en una conversa “sin tapujos,
ni caretas”:
“Yo
les pregunto, señores Gobiernos y Partidos Políticos, si la gente elige sus
candidatos porque yo los presiono, los golpeo, los amenazo o mato a sus
adversarios políticos ¿Por qué no puedo hacerlo yo directamente?¿Por qué tienen
que ser sus candidatos y por qué no los míos, de mi propia gente, “nacidos y
criados” entre nosotros?. Y en otro orden de ideas, si yo soborno, infiltro y
hago socios mayoritarios a sus generales y jefes de su fuerza pública, en mis
negocios de narcotráfico y trata de blancas, extorsión y secuestro, contrabando
de medicinas, gasolina y alimentos ¿Por qué esos jefes y generales no pueden
ser míos de origen? ¿Por qué un hijo, un sobrino o alguno de mis tantos
ahijados, no puede entrar en sus escuelas militares y convertirse en oficial,
hasta llegar a general o jefe? Y, finalmente, ¿Por qué no puedo yo ser
gobierno, si, al fin y al cabo, soy yo quien los sostiene con mi dinero y mis
contactos? ¿Por qué no puedo ser yo el Estado?..”
Y en una conversación equivalente con industriales,
banqueros y comerciantes:
“Si
yo les compro sus automóviles de lujo, mansiones, yates, joyas y productos
elegantes e invierto y deposito mi dinero en sus bancos, bolsas de valores y
banca de inversión ¿Por qué no puedo comprárselos directamente o por vía de
terceros? ¿Quién me lo impide, si ya hoy lo hago en alguna medida?...Aún más: ¿Por
qué no quitárselos de golpe y porrazo, sacándolos del juego, tal cual lo he
hecho con quién ustedes, “gente decente”,
me lo han pedido cuándo les ha convenido?...Y finalmente, conociendo “el
palmarés” de los personajes: ¿Cuál es la diferencia entre el Chapo Guzmán y
Carlos Slim o Alvaro García Lule y El Patrón Pablo Escobar?...”
Hacia allá vamos “mundo”. Pronto veremos al Cártel de Sinaloa gobernando en el orbe
de habla hispana, dominando por ejemplo a Bolivia para ir tras el fructuoso
Chapare. Ya lo vemos hoy, asociado, “por
ahora” (como diría el Supremo y Eterno), a Elenos y Farianos, grupos que negocian con el
gobierno de Venezuela; allí está, dominando a Colombia, no obstante la ingencia
de muertes y recursos financieros dedicados en su erradicación; controlando en ocasión (hoy por ahora pretérita) a
Guatemala y El Salvador, al través del dominio de hierro del lumpen
centroamericano hamponil representado en las Maras. Y México, el México “lindo y querido”, que muere todos los
días “lejos de él mismo” controlado
por un gobierno que “dicen que está
dormido” pero que en realidad “está
muerto”, por sus innegables vínculos con los cárteles, ya es parte de sus
dominios inexpugnables, porque gobierno y fuerza pública han sucumbido a sus
designios, hasta que llegue el momento de colocar, de una vez y para siempre, a
su propia gente.
Se transitaron muchos siglos de historia, desde que
algún grupo organizado de asesinos urbanos en Roma, mantuvo en jaque a un sector de la
ciudad con la complicidad de un Prefecto. Y aquí estamos hoy, con un crimen
organizado en plena “efervescencia
juvenil” llegado a su condición de “adulto
contemporáneo” con la fuerza, además
del empuje, que ese momento de vida proporciona al ser humano; va tras el
último reducto de la civilización humana y la única muestra palmaria de que la
convivencia podría ser posible: el Estado. Personifica el Leviatán
de estos tiempos y a su dominación no podremos escapar. Inexorablemente: el infierno nos ha alcanzado…
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