EL REINO INEQUÍVOCO DE LA MALDAD: EL HAMPA ENSEÑOREADA ¿Evolución natural o culposa negligencia?


Sorprende la estulticia humana en estos tiempos. Acompañada de una ceguera social sin precedentes, camina velozmente hacia una dominación que, por ejemplo durante el siglo XVI hasta el siglo XVIII, resultaba privativa de espacios geográficos limitados.

Se trata de una forma de gobierno que jamás hubiese sido imaginada por Aristóteles y más tarde, durante el siglo I después de Cristo, caracterizara, en alguna medida, a los pueblos nórdicos: el gobierno organizado del crimen. Las organizaciones dedicadas al crimen como forma de vida, surgían espontáneas en diversas partes del mundo y en tiempos diversos, fundamentalmente por la pobreza material. Desde los piratas berberiscos, pasando por los bucaneros y corsarios, franceses los unos e ingleses los otros, grandes masas de población dedicábanse al “delito” (o aquello que las leyes, por lo general imperiales, así determinaran de tales), como forma de vida, más bien, en la mayoría de los casos, como esquema único de supervivencia.

Aun así, monarcas de uno u otro tiempo, hicieron uso indiscriminado de estas grandes “bandas trashumantes” en aras de proporcionarse poder, destruir enemigos y, en el peor de los casos, asesinar posibles contrincantes políticos. Desde los ninjas japoneses hasta los mercenarios normandos, fueron utilizados a cambio de espacios para habitar, tierras para cultivar o bahías para recalar al rescoldo y restañar heridas de guerras por encargo. Fueron explotados sin tasa y medida, en todo lugar y todo tiempo, en calidad de mercenarios de ocasión.

El siglo XX, muestrario de miserias que continúa pasmosa y descarnadamente en el XXI, ha sido ámbito amplio de exposición en esta reiterada utilización, extendiéndose su práctica al gran conglomerado de empresas privadas, que hiciera eclosión luego de las primera y segunda guerras mundiales. Así, son famosas las colusiones entre mafiosos urbanos y los rompehuelgas en los Estados Unidos e Inglaterra, a principios del siglo XX; los asesinos “rutilantemente uniformados” de los nazis; “los lincheros” tanto en el Nueva York epítome del capitalismo, como en el Moscú, escenario material del más socialista de los marxismos. No obstante, el hampa organizada, siempre personificando la aliada más conveniente a la realización del trabajo sucio, luego de conseguido el objetivo, fue la primera de los grupos sociales sujetos de muerte y persecución.

Gobiernos, grandes industriales, banqueros y comerciantes, siguieron bebiendo champán, navegando en sus yates y disfrutando de sus palacetes, mientras sus antiguos aliados en el crimen, pasaban largas temporadas de cárcel, exilio o “lloraban” a sus muertos en alguna madriguera mal oliente o lóbrega ergástula. Y la “sociedad decente” vivió su vida sin percatarse de que cada hora de amargura, cada instante de persecución, cada escollo y cada recodo en la carrera del crimen mundial, sirvió para su organización, cada vez más flexible, precisa y, utilizando conceptos empresariales muy en boga: eficaz, efectiva y eficiente.

Hoy, el crimen organizado ha “colaborado” con los partidos políticos para la compra de votos;  el ejercicio de presión sobre la población común para obtenerlos; y la desaparición física de contrincantes inconvenientes, en la obsesiva e inmisericorde carrera tras el alcance del poder político. El crimen organizado “ha resuelto” merced de sus acciones expeditas, “un problema de competencia empresarial” quemando las instalaciones industriales de un competidor o permitiendo “hacer caja” a algún empresario o banco quebrado, mediante el cobro de millonarias pólizas de seguro, tras siniestros provocados y convenientemente escondidos.  El crimen organizado ha “depositado” en la banca internacional, ingencia de capitales producto de sus múltiples y variados “negocios”, con pingües beneficios para los banqueros. Hoy, sin la más mínima duda, el crimen organizado permite a los gobiernos hacer dinero con el narcotráfico, la trata de blancas, el secuestro y el asesinato. Y hoy, más que en ninguna otra era en la historia moderna de la humanidad: el crimen organizado está más globalizado y eficientemente estructurado que nunca.

La N’drangheta calabresa y el Cártel de Sinaloa, son las estructuras criminales mejor construidas, asesoradas y extendidas del mundo, pero el gobierno institucional mundial los sigue viendo como los lobos del bosque: puede hacerlos perros mediante la domesticación o lanzarlos a los rebaños de ovejas ajenas para que los devoren a conveniencia, solo apelando a sus “leyes e instituciones”. Y esa creencia institucional arrogante, es la que constituye el primer factor de ceguera total. Hablemos en primera persona, tal cual se tratase quien escribe del Crimen Organizado (intencionalmente ambas iniciales escritas en mayúsculas como si fuese un nombre propio) interlocutor de los gobiernos, las empresas privadas y las leyes mundiales, en una conversa “sin tapujos, ni caretas”:

“Yo les pregunto, señores Gobiernos y Partidos Políticos, si la gente elige sus candidatos porque yo los presiono, los golpeo, los amenazo o mato a sus adversarios políticos ¿Por qué no puedo hacerlo yo directamente?¿Por qué tienen que ser sus candidatos y por qué no los míos, de mi propia gente, “nacidos y criados” entre nosotros?. Y en otro orden de ideas, si yo soborno, infiltro y hago socios mayoritarios a sus generales y jefes de su fuerza pública, en mis negocios de narcotráfico y trata de blancas, extorsión y secuestro, contrabando de medicinas, gasolina y alimentos ¿Por qué esos jefes y generales no pueden ser míos de origen? ¿Por qué un hijo, un sobrino o alguno de mis tantos ahijados, no puede entrar en sus escuelas militares y convertirse en oficial, hasta llegar a general o jefe? Y, finalmente, ¿Por qué no puedo yo ser gobierno, si, al fin y al cabo, soy yo quien los sostiene con mi dinero y mis contactos? ¿Por qué no puedo ser yo el Estado?..”

Y en una conversación equivalente con industriales, banqueros y comerciantes:

“Si yo les compro sus automóviles de lujo, mansiones, yates, joyas y productos elegantes e invierto y deposito mi dinero en sus bancos, bolsas de valores y banca de inversión ¿Por qué no puedo comprárselos directamente o por vía de terceros? ¿Quién me lo impide, si ya hoy lo hago en alguna medida?...Aún más:   ¿Por qué no quitárselos de golpe y porrazo, sacándolos del juego, tal cual lo he hecho con quién ustedes, “gente decente”,  me lo han pedido cuándo les ha convenido?...Y finalmente, conociendo “el palmarés” de los personajes: ¿Cuál es la diferencia entre el Chapo Guzmán y Carlos Slim o Alvaro García Lule y El Patrón Pablo Escobar?...”

Hacia allá vamos “mundo”. Pronto veremos al Cártel de Sinaloa gobernando en el orbe de habla hispana, dominando por ejemplo a Bolivia para ir tras el fructuoso Chapare. Ya lo vemos hoy, asociado, “por ahora” (como diría el Supremo y Eterno), a Elenos y Farianos, grupos que negocian con el gobierno de Venezuela; allí está, dominando a Colombia, no obstante la ingencia de muertes y recursos financieros dedicados en su erradicación;  controlando en ocasión (hoy por ahora pretérita) a Guatemala y El Salvador, al través del dominio de hierro del lumpen centroamericano hamponil representado en las Maras. Y México, el México “lindo y querido”, que muere todos los días “lejos de él mismo” controlado por un gobierno que “dicen que está dormido” pero que en realidad “está muerto”, por sus innegables vínculos con los cárteles, ya es parte de sus dominios inexpugnables, porque gobierno y fuerza pública han sucumbido a sus designios, hasta que llegue el momento de colocar, de una vez y para siempre, a su propia gente.

Se transitaron muchos siglos de historia, desde que algún grupo organizado de asesinos urbanos en Roma, mantuvo en jaque a un sector de la ciudad con la complicidad de un Prefecto. Y aquí estamos hoy, con un crimen organizado en plena “efervescencia juvenil” llegado a su condición de “adulto contemporáneo”  con la fuerza, además del empuje, que ese momento de vida proporciona al ser humano; va tras el último reducto de la civilización humana y la única muestra palmaria de que la convivencia podría ser posible: el Estado. Personifica el Leviatán de estos tiempos y a su dominación no podremos escapar. Inexorablemente: el infierno nos ha alcanzado…

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