Muy breve paso entre viejas piezas de Salsa y la realidad “pranal” actual…

 En una de esas revisiones mentales que hacemos de los recuerdos, muy propia además de tiempos seniles crepusculares, sobre todo hoy y aquí en Venezuela dónde, indiscutiblemente y para una importante mayoría de la población, nunca antes había sido más contundente la veracidad de aquel dicho que reza “todo tiempo pasado fue mejor”, vinieron a mi memoria cuatro piezas de salsa que marcaron mi existencia en diversos momentos de mi vida. Se trata de “Yo soy la muerte” interpretada magistralmente por el Gran Combo de Puerto Rico; “La muerte”, cantada por ese astro boricua-neoyorquino Willie Colón; “Pedro Navaja” compuesta e interpretada por ese más que talentoso artista panameño Rubén Blades; y “Juancito Alimaña” fruto del intelecto de Tite Curet Alonso e inmortalizada en la voz de ese grande entre grandes, quien fuera el puertorriqueño Héctor Lavoe.

Obligado además por mi viejo e indeclinable deber  pedagógico, aún más obligante cuando la interrogante viene de una hija (a la que adoro y es mi única niñita, aunque sea ahora una mujer), hube de explicarle que, al fin, tras tanto glorificar al delincuente y olvidarse además de la vida cotidiana del pobre, en modo de supervivencia desde que nace a la vida social, cargando adicionalmente y como lastre con la condición de sempiterno preterido, el “maleante” en contubernio con el político de oficio “de mala entraña” tal cual Juancito Alimaña, logró ascender al ejercicio del poder político e imponer sus prácticas mafiosas cotidianas.

Por la esquina del viejo barrio ya no vemos pasar a Pedro Navaja, “con el tumbao que tienen los guapos al caminar”: ahora es concejal o diputado. Juancito Alimaña no requiere de “su vieja maña” para atracar: lo hace desde un puesto público y ya no “porque tenga un primo que es policía”: él es el policía. Y ambos utilizan, amenazan y producen la muerte, “la muerte que soy”, para aquellos que los adversan o impiden la realización de sus planes, tanto los propios como aquellos que les son ordenados ejecutar “por la superioridad”.

El Chapo financió carreras políticas en México y lo propio ha hecho una mafia italo argentina de bajo perfil (en alguna oportunidad se identificó como una rama argentina de la calabresa 'Ndrangheta), la misma que el propio Maurizio Macri, por ejemplo, en sus tiempos de empresario de espectáculos, tuvo de socia. Y en nuestros predios, ni se diga: hoy aquí en Venezuela gobierna el hampa abierta, segura y sistemáticamente; basta ver a muchos de los importantes funcionarios del rojo Estado, exhibiendo “con legítimo orgullo” su abultado prontuario por laureado currículo. Como solía decir un bando, en la vieja Guerra Civil española: ¡Muera la inteligencia. Viva la muerte!

Hoy en el mundo, sin duda alguna, el hampa y sus arrestos, como válidos y ampliamente imitados comportamientos, se han impuesto con contundencia, demostrando de manera fehaciente que contrariamente a nuestro tiempo ido: el crimen sí paga y parece que lo hace con ingentes recursos…Quien sabe si por esa razón, sea Bad Bunny lo más excelso de la representación artística del canto popular hoy, sobre todo entre una multitud de jóvenes. Y así la realidad cambió "callaita" porque "ella no era así, ella no era así..." y este vetusto servidor si sabe "...quien la cambió...".

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