LA LOGIA MILITAR CONSPIRATIVA. Del pensamiento a la acción. Una perspectiva histórico política.

Resumen.

El Golpe militar de Estado parece estar dentro de las preferencias políticas del pueblo venezolano, en tanto la evidencia empírica disponible parece demostrar. Frecuente la búsqueda del político civil al militar de carrera para la resolución de sus impasses por el poder político, bien sea como “arbitro” y, en última instancia, como “decisor”. Sin embargo, el militar venezolano, sujeto también de los mismos apremios políticos, económicos y sociales de la población, como parte inequívoca de la misma sociedad nacional, es sujeto también de necesidades imperiosas múltiples. Su desarrollo profesional; el futuro de su familia; el papel de la institución armada en el destino del numen que les es propio, es decir, la Patria; y, finalmente, las apetencias de poder y hasta la venganza personal, hacen parte de sus “pensamientos cotidianos” que el tiempo y su rumiar, convierten en “ideas” por concretar. “La conversación” entre pares; la “intencionalidad organizativa”; la aparición de un “compromiso” y su “juramento” asociado; y la concreción en acciones tendentes a la defenestración del sistema político imperante, desembocan en lo que, en este artículo, definimos como la “logia militar conspirativa venezolana”. De vida propia, no necesariamente vinculada al mundo de la “política civil” pareciese ser ínsita a nuestra naturaleza militar venezolana; por otra parte, la evidencia empírica disponible, sobre todo en nuestra historia política contemporánea, parece sugerir la existencia de un proceso de formación y estructuración, con pasos perfectamente definibles y que obedecen a una secuencia. Es esta secuencia, son estos pasos, reiteramos, asociados a un proceso de estructuración, los que pretende mostrar el presente artículo, basándose el autor, como ya se dijese , en la evidencia histórica disponible, respecto de formaciones equivalentes en la historia política contemporánea de Venezuela.

Palabras claves: logia, militar, conspiración, pensamiento, idea, acción.

Abstract

The military coup d'état seems to be within the political preferences of the Venezuelan people, while the available empirical evidence seems to demonstrate. The search of the civilian politician to the military career to resolve their impasses by political power, either as "arbitrator" and, ultimately, as "decision maker" is frequently. However, the Venezuelan military, also subject to the same political, economic and social constraints of the population, as an unequivocal part of the same national society, is also subject to multiple imperative needs. Their professional development; the future of their family; the role of the armed institution in the destiny of the numen that is its own, that is, the Homeland; and, finally, the cravings for power and even personal revenge, are part of their "daily thoughts" that time and their rumination, turn into "ideas" to be specified. "Conversation" between pairs; the "organizational intentionality"; the appearance of a "commitment" and its associated "oath"; and the concretion in actions tending to the defenestration of the prevailing political system, lead to what, in this article, we define as the "Venezuelan conspirative military lodge". Of its own life, not necessarily linked to the world of "civil politics", it seems to be intrinsic to our Venezuelan military nature. On the other hand, the available empirical evidence, especially in our contemporary political history, seems to suggest the existence of a process of formation and structuring, with perfectly definable steps that obey a sequence. It is this sequence, these steps, we reiterate, associated with a structuring process, which is intended to show the present article, based on the author, as already stated, in the available historical evidence, regarding equivalent formations in the contemporary political history of Venezuela.

Key words:  lodge, mlitary, conspiracy, thougt, idea, action.

A modo de introducción.

La historia contemporánea de Venezuela tiene puntos de inflexión inextricablemente unidos a los golpes militares o las intentonas más o menos triunfadoras en este ámbito. Fruto, en apariencia, de lo que Rómulo Gallegos solía llamar “la república del ademán y del gesto” y el Doctor Luis Castro Leiva se empeñara en definir como originada “…en el gesto tumultuario, lleno de “grandezza” renacentista”[2], al pueblo venezolano (entendiendo empíricamente por “pueblo” a todos nosotros los venezolanos, sin distingos de raza, clase social o credo religioso y/o ideológico, así como los allegados de otras tierras quienes se acostumbrasen y adoptasen a nuestros modos de vida y de aproximación a la realidad)[3], pareciese encantarle la idea del “Golpe Militar” 

Así, cada vez que algún grupo inconforme de la civilidad política, luce no estar de acuerdo con algún curso de acción del gobierno en turno, acude a los cuarteles tras el intento desesperado por “hacer contactos” con los profesionales militares, que pudiesen “estar descontentos” o tratando, a veces con particular desespero, de producir esa suerte de “malestar” que los pudiese llegar a “mover hacia la acción”, invocando, casi invariablemente, “el cumplimiento irrestricto de su sagrado deber para con la Patria”, no quedando jamás muy claro cuáles son los límites de ese “deber para con la Patria” así como su presunta “sacralidad”.

Pero a las preguntas ¿Por qué la civilidad corre presta a abrazarse con la charretera? ¿Lo hace por su poder de fuego? ¿Por la tradición militar que tenemos los venezolanos desde nuestros tiempos de avilantamiento independentista y guerras intestinas del siglo XIX, en cuanto a la preminencia de la solución militar respecto de la controversia política civil? Acaso podrían llegar a responderse aquellas interrogantes, con una sola argumentación afirmativa: al interior de nuestra institución armada, siempre podrá existir una logia militar[4] conspirando o con el interés  de hacerlo y no desvelada su existencia hasta el oportuno momento de y para la insurrección. 

Este artículo pretende, desde la evidencia empírica disponible, mostrar una suerte de “proceso mediante el cual se estructura una logia militar conspirativa venezolana” y como esas logias, asentadas en la más variopinta muestra de ideologías, han terminado preparándose para la acción, materializada finalmente en una insurrección (fuese exitosa o no) o desde otro punto de vista, como culminasen en la nada por los pleitos internos derivados de los conflictos por los liderazgos únicos, uno de los apremios esenciales del “comando militar”, apremios que no se ponen en duda en la estructura formal de una institución armada organizada, pero que al convertirse en “logia independiente” no está sujeta, necesariamente, a los principios formales y rígidos de “disciplina, obediencia y subordinación” que mantienen cohesionada a la institución, respecto de la unidad de mando bajo terceros institucionales, tanto Estado como superioridad jerárquica, pero que, ante las compulsas que la acción conspirativa implica, impone una cierta “estructura propia estrictamente jerarquizada” basada en los principios organizativos militares convencionales, suerte de contradicción dinámica propia de estas organizaciones temporales.

A nuestro modo de ver, los pasos del proceso, como lo indicásemos en líneas previas, podrían ascender a diez, a saber:

1.- El tránsito del “pensamiento a la idea”.

2.- La construcción de “la conversación entre actores, con base a una idea compartida”.

3.- El establecimiento de una suerte de “compadrazgo” nacido de la tradición militar y “amarrado” además a esa “idea compartida”.

4.- La formulación de un “juramento”.

5.- La elaboración formal de un “compromiso”.

6.- El tránsito del “juramento y el compromiso” a la “declaración de principios”.

7.- La construcción de una “estructura organizativa” y “el reclutamiento de adeptos”.

8.- El tránsito definitivo de la “estructura organizativa” a la “conspiración formal”.

9.- El paso crucial: de la “conspiración formal” a la “planificación concreta de la insurrección”

10.- El paso definitivo: “el acto insurreccional”.

 Planteado esta suerte de “decálogo”, vayamos a considerar a cada uno de aquellos pasos, así como los ejemplos que, precisamente de ellos, pudiesen obtenerse por la vía de la evidencia empírica disponible.

 - El tránsito del “pensamiento a la idea”.

 El “pensamiento” profundo pareciera acompañar siempre al militar profesional, sobre todo en las largas noches de vigilia que trae consigo el desempeño cotidiano. La “idea”, centrada fundamentalmente en lo aspiracional y de origen también variopinto, parece centrarse en cinco de las más importantes motivaciones del profesional de las armas: su vida técnica-profesional; sus aspiraciones personales en sintonía con esa vida profesional; sus aspiraciones materiales, en tanto mejoras económicas y sociales, tanto para él como para su familia; y, finalmente, sus aspiraciones políticas en tanto cuotas de poder y, en sentido más trascendente, respecto de su representación en la construcción segura de un destino promisor para la Patria. Adicionalmente y como aspecto conclusivo, la impronta criolla de la venganza, en la vida del profesional militar, casi siempre hacia el superior o algún o algunos de sus compañeros, vistos más como adversarios que como pares en la misma nao vivencial, en algún momento de su proceloso curso. Es entendible que, además de la presencia puramente individual de cada una de las motivaciones expuestas previamente, pudieran existir combinaciones de varias, según se trate de cada caso particular.

 El constructo “pensamiento-idea”[5] cuando se contrasta con la vivencia profesional diaria, pudiese producir diversas (e intensas) “disonancias cognitivas”[6] respecto del sistema de creencias y valores de aquel oficial militar. Son precisamente esas “disonancias cognitivas” las que permiten activar el mecanismo “pensamiento-idea”. Respecto de lo que “yo pensaba” siendo cadete, a lo que “yo observo y padezco” cotidianamente como oficial, durante el desempeño diario como militar profesional, pudieran existir diferencias abismales. Citemos como ejemplos aquellos que percibieron los primeros oficiales egresados de la Escuela Militar, al recibir sus comisiones y en los diversos agrupamientos, brigadas y batallones, durante los tiempos del “Benemérito” General Juan Vicente Gómez Chacón, el General Eleazar López Contreras e incluso el General Isaías Medina Angarita. Según los relatos de algunos de ellos, la realidad encontrada resultó radicalmente distinta a lo enseñado, aprendido y aprehendido en las aulas, allá en la “académica” Escuela Militar de La Planicie. El General Luis Manuel Bruzual Bermúdez, por ejemplo, al recibir su primera comisión, a principios del siglo XX y en un cuartel en la Isla del Burro, en el Lago de Valencia, al preguntar por su “pieza de habitación como oficial” recibió por respuesta un petate recostado de una pared. Al propio tiempo, al inquirir sobre el dormitorio de su pelotón, se le indicó que dormía en el suelo, eso sí,  al frente del petate del Sub-Teniente”[7].

 Años más tarde, el General Martín García Villasmil, al recibir como Sub-Teniente su primera comisión, llevó consigo un violín (del cual, por cierto, era virtuoso ejecutante) y una colcha de colores, cosida por su señora madre. En la primera inspección de dormitorio, el oficial que la practicó, le partió el violín en el suelo y con una bayoneta, le destrozó la colcha tejida por su madre, ambas acciones justificadas como Oficial de Inspección bajo el pretexto de que se encontraba en un cuartel y allí no eran admisibles “esas mariconerías”(sic)[8]. Las dos anécdotas, narradas además por sus protagonistas, asincrónicas en el tiempo y en apariencia nimias, pudieron haber activado en ambos profesionales, el mecanismo “pensamiento-idea”. Que sepamos, ninguno de los mencionados hizo parte de alguna logia militar conspirativa, pero bien pudieron hacer parte de una, al sucederse eventos cada vez más graves que detonaran el mecanismo “pensamiento-idea”, como la evidencia empírica demuestra si ocurrió con otros[9]. Pero aquellos que nombraremos a continuación sí fueron sujetos del mecanismo referido y, con posterioridad, triunfantes o no sus asonadas, no negaron la existencia de un “pensamiento” que terminó detonando una o varias “ideas”.

 Comencemos por el Capitán Rafael Alvarado Franco, jefe de la incipiente logia militar que protagonizara el intento de golpe militar contra el gobierno del General Juan Vicente Gómez Chacón, el 7 de abril de 1928 y que frustrara el General Eleazar López Contreras, para entonces Jefe Militar de Caracas, ciudad dónde tuviese lugar el alzamiento[10]. De apenas tres o cuatro oficiales, además de unos cuantos cadetes (entre los cuales se encontraba el propio primogénito del General López Contreras, el alférez Eleazar López Volkmar), intentó la toma e insurrección del Cuartel San Carlos. Rendido y preso, sometido además a incontables torturas, mientras era interrogado por el General Rafael María Velasco, a la sazón Gobernador del Distrito Federal, habría respondido que sus intenciones eran buenas y que pretendía lavar “el honor militar” de los “horrores de aquella infausta e inhumana tiranía”[11]. Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, junto a otros estudiantes universitarios, habrían hecho parte de esa intentona, confesando, ya en el exilio, que habrían tenido contactos previos con aquel “pequeño grupo de patriotas militares”. La disonancia entre lo que Franco y sus compañeros de infortunio, pudieron haber creído que era “el honor militar” respecto del comportamiento de sus superiores; lo recibido en la Escuela y sus propios valores personales y republicanos, pudieron haber detonado ese mecanismo “pensamiento-idea”, hasta llevarlos a su intento de realización práctica como “imperativo categórico” de ese infausto alzamiento del 7 de abril.

 El Coronel Tomás Pérez Tenreiro, siempre afirmó (incluso en su obra “Relatos de mi andar viajero”[12]) que los oficiales enviados a estudiar en el exterior por los gobiernos del General Eleazar López Contreras y del General Isaías Medina Angarita, solían reunirse para intercambiar ideas sobre lo que veían en los ámbitos militares de aquellas naciones y lo que, en la práctica cotidiana, veían en contraste aquí en su propia Patria[13]. En efecto, la UMP, esto es, la Unión Militar Patriótica, surgió de esas conversaciones. Siete años más tarde de aquel “compartir de ideas” la UMP condujo con éxito una insurrección militar contra el gobierno del General Isaías Medina Angarita, el 18 y 19 de octubre de 1945. En el juramento que se obligaba realizar a todo miembro de aquella logia, para lograr su incorporación definitiva, rezan las ideas que promovieron su existencia, a saber: “…la creación de un ejército verdaderamente profesional; limpio de todos aquellos elementos que por senectud e incompetencia constituyen causa de atraso, y dotado del material y demás medios morales, técnicos y económicos necesarios a su desarrollo; dispuestos, en fin, a apoyar todas aquellas medidas políticas y administrativas que redunden en progreso de nuestra patria, nos comprometemos bajo juramento por nuestro honor personal y por el honor de Venezuela…”[14]. Los oficiales más prominentes de aquella logia militar (que agrupase más de 140 de los 950 que tuviesen entonces las Fuerzas Armadas Nacionales)[15] y quienes además fungiesen como sus fundadores, fueron los entonces Mayores Marcos y Juan Pérez Jiménez, hermanos y compañeros de armas; el Mayor Julio César Vargas Cárdenas y su hermano Capitán Mario Ricardo Vargas Cárdenas; los Mayores Celestino Velasco, Enrique Rincón Calcaño (incorporado el mismo 19 de octubre) y Luis Felipe Llovera Páez; los Capitanes Miguel Nucete Paoli y Horacio López Conde;  y los Tenientes Martín Márquez Añez, Rafael Alfonso Ravard y Edito José Ramírez, por citar algunos de los más conspicuos.

 Una situación equivalente ocurrió con la logia que fundase y liderara el General Jesús María Castro León, que condujese un intento de asonada y una posterior invasión militar (ya habiendo sido pasado a situación de retiro), en junio de 1958 y abril de 1960 respectivamente. Lo propio con aquella que creasen oficiales de la Infantería de Marina, entre otros el Capitán de Navío Pedro Medina Silva, los Capitanes de Corbeta Víctor Hugo Morales Monasterios y Jesús Teodoro Molina Villegas, para llevar a cabo los movimientos insurreccionales denominados “Guairazo”, “Carupanazo” y más tarde “Porteñazo”, todos de inspiración nacionalista revolucionaria y comunista, durante el año 1962. Una equivalente fue la fundada por el Coronel Edito José Ramírez y que intentara la toma de la Escuela Militar, en febrero de 1961. El Coronel Ramírez pretendía una suerte de re-edición, según su propio punto de vista, del llamado “Decenio Militar” pero con cierta (imprecisa) tendencia izquierdosa.

 Más tarde, se produjo la fundación de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), una combinación entre logia militar y grupos insurreccionales de guerrilleros civiles de inspiración comunista, con extraños visos de un nacionalismo republicano decimonónico, que terminase conduciendo la llamada “lucha armada” por más quince años (1963-1980), con el apoyo logístico del gobierno cubano, siempre bajo la tutela de Fidel Castro. Figuran allí elementos militares como el Teniente Coronel Juan de Dios Moncada Vidal (por cierto líder del Golpe Militar contra el gobierno provisorio de 1958, concretamente el 7 de septiembre, con la complicidad del Teniente Coronel Ely Mendoza Méndez), así como el Mayor Manuel Azuaje y el Capitán Elías Manuit Camero, además de elementos civiles con “gradación militar guerrillera” como Juan Vicente Cabezas[16]. Cuatro lustros más tarde, otro tanto ocurrió con la logia militar de aviadores, conducida por el Teniente Coronel William Izarra y otra, casi simultánea, llevada por los Tenientes Coroneles Wilmar Castro Soteldo y Luis  Reyes Reyes, durante los años setenta y ochenta. El General Efraín Ríos Visconti hizo contacto tangencial con ambas logias. Finalmente, se culmina (aunque fuese sincrónica con las inmediatamente nombradas y originadas en las Fuerzas Aéreas), con el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, logia incubada, fundada y conducida en el Ejército venezolano, por Hugo Chávez Frías, específicamente desde las postrimerías de los años 70, cuando hubiese alcanzado el grado de Teniente, hasta el 4 de febrero 1992, ya con el grado de Teniente Coronel, en el que terminase efectuando el intento fallido de Golpe de Estado, junto a sus compañeros de armas cofundadores del movimiento, Tenientes Coroneles también, Jesús Ortiz Contreras, Francisco Arias Cárdenas, Joel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta Hernández, entre otros.

 Nuevas logias se formaron a partir de “pensamientos e ideas”, como la que naciese con la intención de derrocar al gobierno de Hugo Chávez Frías, ya para ese entonces en funciones de Presidente de la República, el 11 y 12 de abril de 2002. Y en la actualidad no dudamos en afirmar (la prisión de más de 190 oficiales acusados de sedición, un oficial naval muerto bajo tortura y por lo menos cuatro intentos insurreccionales, así lo testimonian), que al interior de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, pudiesen estarse incubando logias militares con intenciones bien precisas. Ese devenir conspirativo, pareciera ser connatural al estamento criollo militar.

 Todas las logias referidas nacieron en un “pensamiento” que terminó materializado en “ideas”, mismas que viajaron desde la más extrema visión nacionalista militar que podríamos calificar de ultraderecha criolla fascistoide, hasta las versiones más intensamente marxistas-leninistas de las concepciones revolucionarias, estas últimas y casi invariablemente, con origen y apoyo externo  del régimen castrista cubano. Y, finalmente, todas agruparon oficiales impulsados por las cinco motivaciones expresadas en un principio, más allá del aspecto político ideológico. Pero esas logias atravesaron por un proceso lento, incluso de años y la construcción del mecanismo “pensamiento-idea”, no significó, necesariamente, su materialización en acción insurreccional.

2.- La construcción de “la conversación entre actores, con base a una idea compartida”.

 “La conversa”[17] es un elemento esencial de nuestro gentilicio venezolano. Contrariamente a lo que ocurre en ciertas naciones anglosajonas, Inglaterra como ejemplo palmario, el venezolano es proclive a la conversación natural. No importa en qué condiciones se encuentre, la conversación brota como alguna especie vegetal de crecimiento rápido, dadas ciertas condiciones de “humedad y temperatura”. Y como la vieja canción de Mercedes Sosa “se va enredando, enredando, como el musguito en la piedra”. Así de espontánea, es la conversación interpersonal en Venezuela.

 Si los actores comparten una “idea”, la conversación fluye más rápidamente y si hay empatía (“química” como la llaman los muchachos hoy día), la conversación en torno a esa “idea” se hace más profunda, requiriendo en consecuencia más contactos y una relación más “de largo aliento”. Esa conversación estrecha lazos y hace también consuetudinaria la relación. En la medida en que se comparten más y variados puntos de vista, acerca de la misma “idea”, más aristas se le encuentran y más formas de materialización en la realidad tangible.

 Esa conversación es esencial como paso en la construcción de la logia militar. Solo en ella es posible identificar a los que comparten una idea común y cuan comprometidos están, quienes la comparten, a dar “el paso siguiente”. Como en las logias religiosas o culturales, por razones que le son ínsitas al medio militar, la identificación de “ideas comunes” permite estrechar lazos no solo afectivos, sino también “compromisos comunes hacia la acción”. “La conversa” es el primer elemento cohesionador en la construcción de la logia militar conspirativa.

 3.- El establecimiento de una suerte de “compadrazgo” nacido de la tradición militar y “amarrado” además a esa “idea compartida”.

 En Venezuela, como es posible apreciar empíricamente en todas las naciones latinoamericanas, de fuerte influencia católica (como suele ocurrir también en ciertas naciones mediterráneas europeas, por ejemplo Italia, España y Portugal, culturas además de una importante influencia histórica en Venezuela[18]), el parentesco religioso de “compadre” es de importancia suma en la construcción de lazos afectivos. Suele ser tan significativo, que lo primero que ocurre entre dos grandes amigos, unidos por un cariño entrañable desde la infancia y mantenido en el tiempo hasta la adultez, cuando uno de los amigos tiene descendencia, el otro es nombrado automáticamente padrino de bautismo de aquel vástago o aquellos vástagos derivados (se entiende que este ejemplo está referido a personas heterosexuales, ajenos a las comunidades excéntricas, propias de nuestra actualidad), convirtiéndose automáticamente en “compadres”.

 Ese “compadrazgo” une a sus titulares como hermanos y dependiendo de la construcción de lealtades, esa relación tiene una alta probabilidad de mantenerse en el tiempo largamente. Si uno de los dos muere, el otro, por estricto deber, debe asumir la protección de la descendencia del fallecido, en especial de aquellos que tienen la calidad de “ahijados”. No obstante, existe en Venezuela, en especial al interior de la Institución Armada, una suerte de “compadrazgo” que nace antes de la existencia de “ahijados” merced de una relación sacramental. Es la que tiene su origen en la dura realidad cotidiana que encarna la vida militar y que hace de ciertos compañeros de armas, suerte de “hermanos” gracias a las vicisitudes compartidas. Es esa suerte de “hermandad” expresada en la titularidad de “compadres”, la que permite al profesional militar sobrevivir a una vida llena de durezas, algunas más morales que físicas y dónde tiene lugar la construcción de las propias “disonancias cognitivas” referidas previamente.

 Virtud de la preeminencia que tiene el catolicismo como religión en nuestra institución militar, cuando algunos de los “compadres de armas” terminan teniendo descendencia, los padrinos de bautismo de esas descendencias, terminan siendo, precisamente, esos “compadres de armas”; de esa manera el “compadrazgo militar” se troca en “compadrazgo religioso”, esto es, una relación que trasciende la realidad tangible, para convertirse automáticamente en patrimonio afectivo intangible y atemporal. Una suerte de deber que trasciende tiempo y espacio.

 Cuando se comparte el “compadrazgo” se comparten también pensamientos y tras ellos, también las ideas. En la construcción de una logia militar conspirativa los “compadrazgos” son ínsitos a su existencia natural. Mediado por “conversas recurrentes en el compadrazgo” el mecanismo “pensamiento-idea” se fortalece y las lealtades se galvanizan. Aun no garantizándose en el tiempo la supervivencia de los compadrazgos (como ocurriese con los Generales Fernando Ochoa Antinch, Ramón Santeliz Ruiz y Carlos Santiago Ramírez, que comenzaron sus carreras militares, en la propia Escuela Militar, como “compadres de armas”, convertidos luego en vías cruzadas y durante la vida profesional, en “compadres de bautismo”, terminaron distanciados y hasta enemistados por rivalidades políticas y de cargos), son vitales para mantener la llama viva del “pensamiento-idea”.

 El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, una de las más recientes de las logias militares, acaso no victoriosa en lo militar pero tremendamente exitosa en lo político, se mantuvo por quince años, viva y operando sin ser descubierta, gracias a la complicidad (además de otras complicidades con origen en cierta “superioridad militar” complaciente), nacida inequívocamente en el “compadrazgo militar y de bautismo” entre sus fundadores, a saber, Hugo Chávez Frías, Raúl Isaías Baduel, Jesús Urdaneta Hernández, Joel Acosta Chirinos y Francisco Arias Cárdenas, entre otros.

 Las ideas primigenias de aquel movimiento, como por ejemplo “El árbol de las tres raíces” y las expuestas en el tiempo de su gloria política presidencial por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías como de su exclusiva autoría y en aquel folleto denominado “El libro azul” (en nuestra opinión como remedo local de “El libro verde” del Coronel Muamar El Gadafi), son un compendio de las ideas que aquellos caballeros oficiales, integrantes activos de esa logia, expusieran e incluso escribieran en más de una ocasión, en los cientos de “plenos” que se realizaran los años previos a la asonada del 4 de febrero de 1992.


4.- La formulación de un “juramento”.

 Toda logia, como suerte de “hermandad secreta” al fin, requiere de un “Juramento iniciático”. El “Juramento” fortalece el compromiso; lo dota de honor, como virtud republicana, muy propia de nuestro vernáculo mundo militar; y proyecta en el tiempo la posibilidad de concreción del mecanismo “pensamiento-idea”. El “Juramento” hace pervivir la naturaleza mística y religiosa del objetivo a cumplir, convirtiéndolo en trascendente más allá del tiempo. Y en sentido formal, siendo las juramentaciones propias del ámbito militar, al asumir una importante responsabilidad de comando, se extiende a la logia como acto, también formal, pero de asunción de un “deber sagrado”, aquel que viaja más allá de una simple fórmula protocolar, en virtud de que está asociado a un “ideal genuinamente verdadero” por “un destino promisor para la Patria y su pueblo”, esto es, “el sumun del ideal republicano militar”.

 Lo vemos en el juramento de la Unión Patriótica Militar en 1945, juramento además extendido al Movimiento Militar de 1948, al tratarse la mayoría constituyente de sus oficiales, perteneciente a la UMP, disuelta en apariencia durante el trienio 1945-1948, por orden directa del señor Ministro de la Defensa Nacional, Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud[19]. No podemos hablar de un “Juramento” en el caso de los militares alzados entre 1958 y 1959 porque carecemos de evidencia documental para afirmarlo o negarlo. De hecho y para ser más específicos, no tenemos evidencia empírica que nos permita identificar la existencia de un “Juramento” formal entre los comprometidos en las asonadas de junio y septiembre de 1958, así como los “invasores” de 1960. Si parece haber existido para la logia militar naval de 1962, como lo dejan patente en sus comunicados radiales desde Carúpano y Puerto Cabello. Un caso equivalente ocurre con los fundadores de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional en 1963, “Juramento” que queda expuesto en su documento fundacional. Evidencia de tales documentos se puede hallar en el blog sobre historia política de Venezuela que lleva el autor de las presentes líneas, en tres artículos publicados en septiembre de 2016[20].

 Y en el caso de la logia militar Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, su fundador Hugo Chávez Frías, proclamó ad nauseam el acto de juramentación de los precursores del movimiento bajo “la fronda fósil” del Samán de Güere. El General Fernando Ochoa Antich, Ministro de la Defensa en la oportunidad de producirse la asonada militar del 4 de febrero de 1992, confirma la especie cuando afirma: “La logia conspirativa se inició el 17 de diciembre de 1982 al juramentarse en el Samán de Güere los tenientes Hugo Chávez Frías, Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carlés y Raúl Isaías Baduel; y obtener el compromiso de llevar adelante una conspiración militar, que rectificara el rumbo equivocado, según ellos, que llevaba Venezuela. Allí comenzó la conspiración, pero solo tuvo fuerza después de los años que pasaron varios miembros de esa logia en la Academia Militar.”[21]

 Imposible saber desde entonces cuántos juramentos ha habido y cuántos se estarán haciendo incluso hoy, mientras escribimos estas líneas. En cualquier caso estimamos que el “Juramento” es el cuarto (e indispensable) eslabón en la cadena de eventos precursores de la “logia militar conspirativa”.

 

5.- La elaboración formal de un “compromiso”.

 “Nosotros nos comprometemos…”; “Somos fieles a nuestro deber para con la Patria y su pueblo, comprometiéndonos a….”, “Juramos cumplir con nuestro compromiso, aún a costa de nuestras propias vidas…”; “…si no cumplimos con nuestro compromiso, que la muerte, la maldición y el deshonor caigan sobre nosotros y nuestras familias…” Algunas de las construcciones discursivas anteriores, hechas como encadenamiento de actos de habla ilocucionarios, podemos hallarlos en los documentos constitutivos de las logias militares conspirativas venezolanas, como parte inextricable del “Juramento” esto es: la determinación y fijación definitiva de un compromiso de vida, asociado al mecanismo pensamiento-idea y su proyección en el tiempo, precisamente virtud del cumplimiento de ese “Juramento”.

 Un ejemplo palmario del “Juramento” , así como del “compromiso” que encarnase, queda expresado claramente en aquel que hubiesen de realizar los miembros de la UMP, allá en el año 1945: “Yo…Oficial del Ejército de Venezuela, consciente de mis deberes para con mi Patria y para con la Institución Armada de la cual formo parte, atendiendo a los dictados de mi conciencia y por mi libre determinación, juro trabajar leal y desinteresadamente por el bienestar moral y dignificación de la Nación, formando parte de la UNIÓN MILITAR PATRIÓTICA. De mi lealtad con el movimiento responderán mi vida y el bienestar de mis familiares. Juro además, obedecer disciplinariamente las órdenes y consignas emanadas del Comité Directivo. Por mi Patria…”[22]

 La inobservancia del “compromiso” encarna el incumplimiento del “Juramento” y por ende la muerte, tanto física como moral. En todas las logias militares conspirativas, al menos en las venezolanas y durante el devenir de nuestra historia política contemporánea, ha existido la adquisición automática, obligante y taxativa del “compromiso”. Un ejemplo interesante de ello, lo podemos extraer de una anécdota que hace saber el General Ochoa Antich, en el texto su autoría, ya varias veces citadoEl General Juan Ferrer Barazarte, comandante de la Brigada Blindada, es puesto preso por el Capitán Darío Arteaga Páez, a las 23:55 horas, del 3 de febrero de 1992. Conducido a uno de los calabozos del Cuartel Páez, sede de la Brigada, es depositado allí en calidad de prisionero. El General Ferrer narra entonces: “El Capitán Arteaga me sorprendió arrodillándose frente de la reja y diciéndome: “Mi general yo a usted lo respeto mucho pero entienda que yo estoy en este movimiento desde que era cadete…”…”[23] 

 El testimonio del Capitán Arteaga patentiza la fuerza en el tiempo que “juramento” y compromiso” encarnan. Para quienes no conociesen la estructura militar venezolana de entonces, un cadete de ese tiempo permanecía en el instituto de formación de oficiales cuatro años; al graduarse, obtenía el grado militar de Sub-Teniente. Para ascender al grado inmediatamente superior, debía cursar estudios de especialización además de cumplir con sus deberes militares, por un período de tres años más, período que cumplido estrictamente, sin máculas que citar en su hoja de vida, era ascendido al grado de Teniente. Luego de cuatro años en ese grado militar, recibía, en un contexto disciplinario equivalente al anterior, su ascenso a Capitán. Pergeñando un razonamiento inferencial desde la exposición anterior, es posible colegir que lo mínimo que Arteaga Páez tenía en el MBR 200 eran nueve años y lo máximo once, suponiendo que hubiese sido reclutado por la logia al inicio de sus estudios militares. Chávez afirmaría más tarde que el MBR 200 habría sido fundado por él en 1977, quince años antes del golpe del 4F92, aunque en opinión de otros oficiales militares, la logia podría haber sido fundada, efectivamente, en 1982.

 6.- El tránsito del “Juramento y el compromiso” a la “declaración de principios”.

 La construcción de la logia, como hemos visto, reclama esos aspectos místicos religiosos que comportan “el juramento y la formulación del compromiso”. Pero requiere de un elemento que sirva de ancla para la captación de “nuevos correligionarios”. Aun cuando existiesen candidatos dispuestos a unirse a la logia por el ascendiente que sus fundadores exhibiesen, tanto militar como moralmente y que los empujase a la consagración de sus esfuerzos al declarar el juramento y el compromiso, otros, acaso los más objetivos, requiriesen de más “formalidad” en tanto la existencia de la logia y su visión de futuro concreto. La “declaración de principios”  constituye además de la desiderata real del grupo, la formalización concreta del compromiso al través de unas líneas precisas de acción.

 En el caso concreto de la UMP, la “declaración de principios” que figura en el documento fundacional de esa logia militar conspirativa, pudiese estar resumida en el siguiente texto:  “Los SUSCRITOS compenetrados en la idea y acordes en la necesidad de constituir una agrupación cuya finalidad primordial sea luchar por la implantación de un Gobierno que, libre de los vicios que han retrasado hasta la presente la vida pública de la Nación, se oriente por caminos de honradez y capacidad administrativa e inspirado en principios de auténtica democracia, hacia la consecución del bien general del país y la dignificación de la carrera militar que asegure a sus miembros y familiares una efectiva protección social, hemos convenido en reunirnos para constituir dicha agrupación, la que tendrá por nombre UNION MILITAR PATRIÓTICA…”[24]

 Principios como “…la dignificación de la carrera militar que asegure a sus miembros y familiares una efectiva protección social…”, quedaron plasmados en algunos de los primeros decretos de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Es el caso del Decreto Nº 76 en el cual se modifican radicalmente las pensiones con ocasión del pase a retiro; más adelante en otros decretos se ajustan los salarios del personal en servicio activo. Y en el caso concreto de la Aviación Militar Venezolana, en los decretos Nº 83, 84 y 85, se reconoce su “…puesto destacado en la organización del Ejército Nacional”,  indicando además el “…merecido sitio que le corresponde en el Arma Aérea de los países hermanos…”, reconociendo el 10 de diciembre como su fecha fundacional propia,  instituyendo su propia Orden, a saber la “Cruz de la Fuerza Aérea Venezolana” y bautizándola con su nombre propio, precisamente, Fuerza Aérea Venezolana en lugar de Aviación Militar de Venezuela.  


7.- La construcción de una “estructura organizativa” y “el reclutamiento de miembros-adeptos”.

 Una logia militar conspirativa no es nada sin un grupo nutrido de “miembros-adeptos”, desplegados al interior de una estructura organizativa concreta y que disponga de una expansión territorial estratégica. Un caso de una logia inútil fue la que intentase fundar el Coronel Edito José  Ramírez, a los fines de  conducir su asonada, mediante el ataque sobre la Escuela Militar, allá en febrero de 1961. Otra, la que intentara organizar por años (desde finales de la década del sesenta hasta los años noventa) el Teniente Coronel William Izarra. Bastante modesta, la que condujesen en esa misma fuerza militar (Fuerza Aérea) los Tenientes Coroneles Wilmar Castro Soteldo y Luis Reyes Reyes. De gran opacidad y modestia, la que pretendiese construir el General Efraín Visconti Osorio.

 La logia exige una captación pronta y sustantiva de profesionales militares de diversas gradaciones y componentes orgánicos. La adhesión de múltiples profesionales en puestos de comando diversos, garantiza una expansión cuasi viral de la insurrección en el momento de ir del pensamiento a la acción. En el Reglamento de la UMP, rezaba textualmente: “Son miembros de la agrupación los Oficiales del Ejército, la Marina y la Aviación que firman la presente Acta. En lo sucesivo podrán incorporarse aquellos oficiales que, a proposición de los miembros de la agrupación, se hagan acreedores a la confianza del movimiento y mediante juramento…”[25]

 Respecto de la logia de la Armada y del Ejército que condujese las insurrecciones de 1962, la concentración de oficiales comprometidos se circunscribió a la Infantería de Marina. Algunos oficiales navales, adscritos a la flota, se adhirieron levemente durante los hechos de armas. Una presencia magra del Ejército, proveniente de las asonadas de septiembre de 1958 y enero 1959, como el Teniente Coronel Juan de Dios Moncada Vidal y el Mayor Pedro Vegas Castejón, hicieron parte de esa logia, para  devenir finalmente en cofundadores de las FALN, junto al Capitán Elías Manuit Camero. Sin embargo, la logia militar propiamente dicha perdió fuerza y los adeptos los terminó reclutando el movimiento guerrillero armado, a través de las organizaciones políticas comunistas, con el apoyo logístico del gobierno castrocomunista cubano.

 Una logia militar conspirativa singular, ya lo hemos dicho, es sin duda el MBR 200. El General Ochoa Antich, en su texto, reiteramos, ya varias veces citado en estas líneas, ofrece claves importantes respecto de la construcción de una sólida estructura organizativa en el tiempo, así como el reclutamiento de personal efectivo y activo militar, de importante valor táctico y estratégico a la hora de conducir una acción de armas. Dice en su libro el General Ochoa Antich: “La promoción de Hugo Chávez se graduó en 1975. Sus miembros conocieron con cierta intimidad a los oficiales pertenecientes a las promociones que egresaron de la Academia Militar en los años que van desde 1971 hasta 1980. Sus integrantes desarrollaron un fuerte liderazgo sobre las promociones que se graduaron desde 1976 a 1980. En esa generación se formó el primer círculo conspirativo y su grupo dirigente. Los nombres de la mayoría de los jefes de la insurrección del 4 de febrero así lo señalan: Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, José Miguel Ortiz Contreras, David López Rivas, Jesús Urdaneta Hernández, Yoel Acosta Chirinos, Raúl Isaías Baduel y Gustavo Pérez Issa.”[26]

 Más adelante sostiene el mismo oficial general que la ventaja estratégica de esta logia militar conspirativa respecto de otras en el pasado, radica en el hecho de haber sido Chávez y algunos de sus compañeros, instructores en la Academia Militar en varias oportunidades. Dice textualmente Ochoa Antich: “Un factor fundamental en la organización de las distintas células conspirativas fue la designación como oficiales de planta, de la Academia Militar, de varios de los oficiales de esa generación militar que ya se encontraban comprometidos en la insurrección. El caso de Hugo Chávez fue muy significativo. Estuvo como oficial de planta en el grado de teniente, durante los años 1981 y 1982; y de capitán durante los años 1984 y 1985, desempeñándose como comandante del Curso Militar.”[27]

  El mecanismo “pensamiento-idea”, expresado y expuesto en “conversación sistemática”; galvanizado en la fragua del “compadrazgo”;  ratificado en el “juramento y el compromiso”, se materializa finalmente en una “estructura organizativa”, a la que se le añaden “miembros-adeptos” por convicción, admiración o coraje, para convertirlo todo, algún día, en “acción militar con consecuencias políticas”.

 

8.- El tránsito definitivo de la “estructura organizativa” a la “conspiración formal”.

 La estructura organizativa se va construyendo con el tiempo. Reunión tras reunión, pleno tras pleno, se van afinando sus “contingentes” y fraguando sus posibles “planes de operaciones”. Pero esta situación se agota en el tiempo. Es menester que la logia comience su labor de “construcción de opciones” y eso solo es posible entrando en el campo de la “conspiración formal”, utilizando como instrumento un recurso tremendamente eficaz en la institución armada venezolana: “la murmuración”. Altamente corrosiva para el debilitamiento de las bases de la “institucionalidad” que se pretende defenestrar, permite también la captación de “miembros-adeptos” en una mayor proporción porque, estratégicamente utilizada, puede conectarse con las aspiraciones, los resquemores y los reconcomios de muchos profesionales, asociando la solución de aquellos con el triunfo de una probable acción de armas, contra el sistema político imperante.

 Rómulo Betancourt Bello solía decir que en los cuarteles siempre podía hallarse “algún militar descontento”. No obstante haber sido durante un tiempo largo, profundamente desconfiado acerca de tener “socios de machete y entorchados” (como se lo hiciese saber a Emilio Arévalo Cedeño en una carta de respuesta a su solicitud de adhesión política y material en la planificación de una asonada de armas contra Gómez[28]), a partir de 1939 esa actitud pareció haber empezado a cambiar en el astuto político guatireño. En 1940, Betancourt se entera del malestar expresado por algunos oficiales navales  y trata de hacer contacto con el Teniente de Navío Luis Croce Orozco, señalado por “sus contactos” como organizador o parte de una logia conspirativa al interior de la Armada. Sus gestiones, parecen no haber logrado el cometido esperado entonces.

 Cuando la UMP hace contacto con Betancourt, en julio de 1945, para proponerle expresamente que en caso de una insurrección militar, el escogido por la logia para ser Presidente de la República fuese él[29], no solo acepta sino que, a espaldas de la dirección de su partido (Acción Democrática), comienza a trabajar con la UMP en la fijación de una fecha y una hora para ese alzamiento, de no producirse los cambios que él espera, respecto de la sucesión presidencial y su escogencia electoral. El Capitán Mario Ricardo Vargas Cárdenas funge como enlace entre Betancourt y la UMP, mostrando, con inequívoco entusiasmo y durante las reuniones previas al 18 de octubre, como se van adhiriendo oficiales a aquel movimiento. Sin embargo no hay acuerdos previos sobre la acción militar, pero la conspiración transcurre “a paso de vencedores”. Es apenas cuestión de tiempo porque los factores castrenses accionantes, ya se han encontrado y decidido. La evidencia empírica disponible permite afirmar que la “conspiración formal”  es el combustible de la “estructura organizativa”, y, sin ella, los andamiajes sediciosos se debilitan en el tiempo, diluyéndose sus intenciones.


9.- El paso crucial: de la “conspiración formal” a la “planificación concreta de la insurrección”.

 El paso crucial lo constituye ese momento donde la “conspiración formal” se conecta con “la opción real de una insurrección”. Durante todo el año 1945, cada fecha, cada instante, podrían haber implicado la puesta en marcha de un dispositivo insurreccional. En las acciones de 1958, previas a la huida del General Marcos Pérez Jiménez y a partir de las acciones militares del 1º de enero de ese año, en cualquier momento, podría haberse dado una suerte de evento insurreccional. Huido Pérez Jiménez, las acciones se precipitaron y las Fuerzas Armadas constituyeron una Junta Militar presidida por el oficial más antiguo entonces, a saber, el Contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto. Ese mismo año, las acciones reproducidas por la logia del General Jesús María Castro Léon[30], fueron consecuencia, aparte del díscolo carácter personal del oficial in comento, de dislates cometidos por el Gobierno Provisorio; y sus derrotas posteriores (por ejemplo, la invasión de abril de 1960), solo vistas como eventos propios, atribuibles, casi con exclusividad, a una torpe planificación y extemporaneidad en la ejecución de las actividades insurreccionales.

 El Guairazo, el Carupanazo y el Porteñazo, fueron acciones acordadas entre la facción civil comunista y la logia militar-naval que agrupaba a los profesionales de las armas, dando el paso crucial por efecto de una planificación previa, dadas las condiciones militares, políticas y gubernamentales, propicias a aquella acción de armas. En el caso de las rebeliones del 18 de octubre de 1945 y el 4 de febrero de 1992, las insurrecciones fueron precipitadas por las circunstancias: en ambos casos las intenciones golpistas habían sido develadas por la traición de alguno de los miembros arrepentidos, integrantes activos de la logia. Mal puede hablarse allí de “planificación concreta de la insurrección”, antes por el contrario, se transitó directa  y rápidamente hacia lo que definimos aquí como el paso Nº 10, esto es, el acto insurreccional.


10.- El paso definitivo: el acto insurreccional.

 El acto insurreccional constituye la culminación del proceso. Planificado o no, tiene la condición de prólogo o epílogo en la narrativa del Golpe de Estado de estricta naturaleza militar[31]. Es el objetivo final de toda logia militar conspirativa. Desde que se iniciase en el mecanismo “pensamiento-idea”, hasta que ocurre la primera detención o se escucha el primer disparo, se han transitado los nueve pasos previos de alguna u otra manera. La meta: la defenestración del gobierno en funciones. A partir de allí, la logia se hace gobierno o terminan sus miembros presos, torturados, desterrados o, en el peor de los casos, muertos.

 Constituye ejemplo palmario de victoria, el acto insurreccional del 18 de octubre de 1945 que precipitado por los acontecimientos (como la “visita imprevista” del Coronel José Ruperto Velasco a la Escuela Militar, la noche del 17 de octubre de 1945 y la detención del Mayor Marcos Pérez Jiménez al día siguiente), al percatarse los miembros de la logia ser sujetos de delación, surge espontánea la rebelión desde sus propias filas. Desatada la pasión del combate y siendo cruentas las acciones, produce luego como consecuencia la renuncia del Presidente Isaías Medina Angarita, a las tres de la tarde del 19  de octubre de 1945, alzándose triunfante aquella logia militar con el gobierno, precisamente la noche misma de aquel día[32].                                                                                                                                       No ocurre lo mismo con las intentonas del General Jesús María Castro León, quien, desafortunadamente para él y luego de una aplastante derrota, termina muerto en prisión. El Coronel Edito José Ramírez y su magra logia del 61, culmina también derrotado, preso y posteriormente exiliado del país. Una situación equivalente ocurre con la logia naval-militar en las asonadas de febrero-marzo, mayo y junio de 1962, no sin antes dejar un reguero de muertos de lado y lado, para tristeza de cientos de familias de una humilde, inocente, bisoña y juvenil soldadesca venezolana.

 Y, paradójicamente derrotada en lo militar, la logia del MBR 200 no solo proyecta nacional y políticamente a sus jefes, especialmente al líder carismático dominador[33] que parece dirigirla, sino que, sorprendente y, de nuevo, paradójicamente, llega al poder por las vías institucionales que el sistema político que pretende defenestrar, le ofrece como mecanismos democráticos para acceder a sus vecindades. No solo permanece en el poder por más de 20 años, sino que borra del mapa a sus adversarios políticos. Vaya triunfo el de esta logia, hoy por cierto en vías de desaparición y habiendo sido sustituida en el tiempo, por una (bastante deleznable) colección de aventureros de ocasión, tanto civiles como militares.

 CONCLUSIÓN.

El pueblo venezolano parece tener una particular empatía por el Golpe de Estado promovido desde la esfera castrense. La impronta histórica nacional, fuertemente influenciada por el procerato militar, aparejada a las experiencias previas y sus resultados, muchos de ellos materiales y aún tangibles, parecen alimentar la intencionalidad que lo empuja a reflexionar e intentar caminar, permanentemente, en esa dirección. 

Ahora bien, al interior de la institución armada, se forman grupos de oficiales profesionales que se organizan con intenciones conspirativas, más allá de las preferencias de la población venezolana y del mundo político civil. Esas agrupaciones, argumentamos aquí, se comportan como verdaderas “logias militares conspirativas”, acaso en su sentido masónico en lo funcional y organizativo, motorizadas por ideas concretas, venidas del pensamiento militar cotidiano, surgido como resultado natural del oficio militar, disparando en consecuencia el mecanismo que aquí hemos definido como “pensamiento-idea” y que, finalmente, transitados los nueve pasos específicos restantes, pudiera culminar en acto insurreccional tendente a la defenestración del gobierno en funciones. 

Ese decálogo del proceso de formación de la “logia militar conspirativa”, hemos argumentado, comienza en la activación del mecanismo, ya mencionado, “pensamiento-idea”; luego en la conversación entre actores, con base a una idea compartida”; inmediatamente después en el establecimiento de una suerte de “compadrazgo” nacido de la tradición militar y “amarrado” además a esa “idea compartida”;  la formulación de un “juramento”; el tránsito del “juramento y el compromiso” a la “declaración de principios”; la construcción de una “estructura organizativa” y “el reclutamiento de adeptos; el también equivalente tránsito definitivo de la “estructura organizativa” a la “conspiración formal”. Concluye el decálogo en un par de pasos fundamentales, a saber, lo que definimos como el paso crucial, esto es,  de la “conspiración formal” a la “planificación concreta de la insurrección”; y, finalmente, lo que también nos permitimos conceptuar como el paso definitivo, es decir “el acto insurreccional”.

A lo largo de nuestra historia política contemporánea, hemos encontrado evidencia empírica robusta, que podría fundamentar la argumentación expuesta en el artículo, hallando no solo evidencia documental sobre su ocurrencia, sino resultados finales conducentes al triunfo de las logias militares conspirativas, materializadas en la toma concreta del poder político, tras la ocurrencia de la asonada. Al propio tiempo y a despecho del tránsito de los pasos antes referidos, hemos documentado los fracasos y la suerte final de algunos de los integrantes de varias logias militares, como consecuencia de sus acciones fallidas.

Como afirmáramos previamente, no sabemos hoy, al terminar de escribir estas líneas, si existe al interior de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana una logia en formación o acaso alguna que haya transitado buena parte del proceso. Tampoco sabemos si alcance a tener éxito, habiendo llegado el momento de la materialización definitiva del acto insurreccional o, si tal vez (como le ocurriese a aquellas en las que pareciesen haber participado los más de 190 oficiales militares confinados en prisión hoy día), fracase de la manera más rotunda.

 Lo que si podemos afirmar, como la evidencia empírica histórica disponible parece demostrar, es que en alguna región estratégica de defensa integral o, quizás, en alguna recóndita zona de la misma naturaleza; allá, en cualquier lejano batallón o solitaria nave o aeronave, posiblemente se encuentre un oficial militar venezolano, ensimismado, meditabundo, dando comienzo, casi inevitablemente, al mecanismo precursor del “pensamiento y la idea”. Y tal vez más tarde, en su  extremo terminal, tras el camino de los nueve pasos de su proceso particular, arribe a una concluyente situación insurreccional que le haga expresar, alguna fría madrugada, en aventurado y riesgoso comienzo de asonada: “…Alea jacta est...Seamos libres, lo demás no importa…”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Doctor en Ciencias Políticas, UCV. Especialista en Gobierno y Políticas Públicas, UCV. Licenciado en Administración, UNESR. Profesor del Doctorado en Ciencias Políticas, Centro de Estudios de Postgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Investigador CEP-FCJP-UCV en el campo de historia política de Venezuela.

[2]   “…el mundo de las leyes de los “ciudadanos nocionales” es menos excitante y por tanto más apático y tanto menos moral que los hacedores del gesto moral turbulento, de la república romántica de la decisión. Puesto de modo más sencillo, que hay un republicanismo de las paradas y del lance y hay un republicanismo de leyes morales universales (…) el republicanismo renacentista y su culto a la grandezza refuerza los arranques románticos y voluntaristas que son tan propios de lo que llamara en el contexto de Gallegos el republicanismo del ademán y del gesto…” Castro Leiva, Luis. Ese Octubre nuestro de todos los días. Fundación CELARG. Caracas, 1996. Págs. 43 y 75.

[3]Sabemos que el concepto “pueblo” es de particular trascendencia tanto en el lenguaje político del Republicanismo como del Socialismo e incluso del Liberalismo. Al propio tiempo, la trascendencia que tiene para los campos de la sociología y la psicología social. En el Diccionario Iberoamericano de Conceptos Sociales y Políticos se comenta respecto de la trascendencia del vocablo “pueblo”: “En el contradictorio itinerario seguido por la pareja pueblo/pueblos en el mundo iberoamericano a lo largo de los cien años que hemos procurado seguir, dos movimientos esenciales deben, pues, ser destacados: el primero, que nos remite a nuestro punto de partida, subraya la centralidad que la modernidad política atribuyó al viejo término pueblo, confiriéndole un papel crucial como instancia de legitimación de las nuevas configuraciones del poder político; el segundo, se expresa en el camino que condujo a este vocablo de un significado plural a un significado cada vez más unívoco y abstracto que tornará su uso conflictivo tanto en relación a sus sentidos sociales como a su utilización plural. Mucho queda aún por decir sobre las permanencias, los viejos usos que resisten y se adaptan, se cruzan con los nuevos y continúan impregnando los núcleos tocados por aquello a lo que llamamos la modernidad. También en ese sentido, como término en que cristalizan múltiples significados en conflicto, el término pueblo merece, verdaderamente, en la perspectiva koselleckiana, el estatuto de concepto y de concepto-clave.” Recuperado de internet en: http://www.iberconceptos.net/wp-content/uploads/2012/10/DPSMI-I-bloque-PUEBLO-PUEBLOS.pdf. En este artículo asumimos el concepto de “pueblo” desde la perspectiva meramente instrumental y de significado tangencialmente político que aquí citamos.

[4] En el DRAE se asignan al contenido etimológico del vocablo “Logia” cuatro significados formales, de los cuales tres refieren con exclusividad a la “masonería”. Si entendemos, dentro de una línea metodológica equivalente, lo que el mismo diccionario de la Real Academia Española define como “masonería”, esto es, textualmente, “…asociación universalmente extendida, originariamente secreta, cuyos miembros forman una hermandad iniciática y jerarquizada, organizada en logias, de ideología racionalista y carácter filantrópico…”, podemos asimilar de ese concepto tres de las características allí expresadas y reconocer como evidencia empírica de su inescrutable existencia como “logia”, a toda “asociación secreta”, signada por una “hermandad iniciática y jerarquizada”, donde prive el “pensamiento racional”. Lo militar venezolano tuvo y tiene una influencia sustantiva de y en la “masonería” por lo que toda organización secreta conspirativa, al interior de nuestra corporación militar, tiende a adquirir características de “logia”, más allá de la secretud indispensable que la seguridad de todo cuerpo de esta naturaleza, dedicado además a la actividad concreta de la conspiración contra un gobierno en funciones, debe y tiene que tener. “Principios constitutivos”, cuasi religiosos, de “obligatoria creencia y estricto cumplimiento”, al interior de una “sociedad secreta”; un “juramento iniciático” que exige hacerse a cada miembro, antes de entrar como parte activa; y la posibilidad del “máximo suplicio” no solo por defender su existencia y valores, sino, acaso, si se llegase a la traición, confieren a los grupos de profesionales militares concertados para una conspiración, en miembros inequívocos, desde nuestra perspectiva conceptual, de una “logia militar conspirativa”.

 

[5] Acaso resulte esencial explicar que entendemos, empíricamente y en este contexto, como mecanismo “pensamiento-idea”. La vigilia acompaña al quehacer cotidiano del militar, inmerso de cotidiano en sus “pensamientos”. El oficial profesional cumple con largas guardias o asignaciones de patrullaje, que implican ese “dormir poco” (que termina invariablemente por hacerse costumbre) y “pensar mucho”. La familia, su vida y su futuro inmediato, así como el futuro de la Patria, podrían ocupar esos “pensamientos”, mismos que pudieran conducir a posibles “ideas” como soluciones a los predicamentos que suponen algunos de esos “pensamientos”. Y podría suceder que esos “pensamientos”, casi auténticas tribulaciones en no pocos casos, terminen detonando “ideas motivadoras” de cambio institucional perentorio, si acaso “la culpabilidad directa” de aquella tribulación, adquiriese el rostro del sistema político imperante. En suma, el “pensamiento” termina reproduciendo “ideas” que reclaman “acciones”, esto es, una suerte de cadena dinámica motivadora representada en la estructura “pensamiento-emoción-pasión-acción”

[6]Una “disonancia cognitiva” (“cognitive dissonance”) es por definición la falta de sintonía armónica entre el conocimiento, tanto experiencial como académico, el sistema de creencias y valores “aprendidos y aprehendidos” y la realidad que se tiene la obligación, casi indeclinable, de aceptar y soportar. Festinger, León;  A theory of cognitive dissonance. Stanford University Press. Stanford, 1962.

[7] La presente anécdota fue recogida por un servidor de primera mano, en entrevista realizada al señor Coronel Luis Manuel Bruzual Martínez, hijo del señor General Luis Manuel Bruzual Bermúdez. Quien estas líneas escribe, fue subalterno del señor Coronel Bruzual Martínez, ya retirado a la vida civil, en funciones administrativas diferentes pero operativamente equivalentes.

[8] El señor General Martín García Villasmil refería esa anécdota en algunas oportunidades, siendo recién nombrado Ministro de la Defensa. El Oficial de Inspección aquella tarde, fue el posterior señor General Pablo Antonio Flores Álvarez. Ambos oficiales generales fueron protagonistas de un importante y muy conocido impasse, que finalmente condujo al General Flores Álvarez a tres años de prisión por insubordinación. La anécdota en cuestión fue recogida por quien estas líneas escribe del testimonio del MTM Eduviges Natera Maucó y del MTM Jesús Salvador González Rodríguez, ambos sub-oficiales que sentaron plaza en el servicio de trasmisiones del Ministerio de la Defensa, siendo su titular el señor General García Villasmil.

[9]La lista pudiese ser larga. El Capitán Rafael Alavarado Franco en 1928; los Mayores Pérez Jiménez (ambos, Juan y Marcos Evangelista) en 1945, junto a los hermanos Vargas Cárdenas, uno Mayor y mayor, el otro Capitán y menor (Julio César y Mario Ricardo) también en el mismo año. El Capitán Wilfredo Omaña junto al Teniente Genarino Peña Peña, ambos en 1951; el Teniente León Droz Blanco, en 1955; los Tenientes Coroneles Juan de Dios Moncada Vidal y José Ely Mendoza Méndez, ambos en 1958. Los Capitanes de Corbeta Víctor Hugo Morales Monasterios y Teodoro Molina Villegas, en 1962. Los Tenientes Elías Manuit Camero y Héctor Fleming Mendoza, en 1963; el Capitán Pedro María Ochoa Morales, al filo postrimero de la década del sesenta. Y más recientemente, los Tenientes Coroneles Hugo Chávez Frías, Luis Felipe Acosta Cárles, Jesús Ortiz Contreras, Yoel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta Hernández, todos en 1992. Esta lista es apenas una fracción, como ya dijésemos, de una larga lista de oficiales comprometidos en asonadas o intentonas durante nuestra historia política contemporánea.

[10] Respecto de aquellos sucesos acota Jorge Olavarría, citando al propio General López Contreras: “La sublevación dirigida por el Capitán Rafael Alvarado Franco y los Sub-Tenientes Rafael Antonio Barrios y Agustín Fernández estalla en las primeras horas de la madrugada en el Cuartel de Miraflores. Los rebeldes marchan con un batallón sublevado en Miraflores hacia el Cuartel San Carlos. Los estudiantes comprometidos, dirigidos por Juan José Palacios, entre los cuáles están Fidel Rotondaro, Jesús Miralles, Antonio Arráiz, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Miguel Otero Silva, Jóvito Villalba, y algunos más, han sido advertidos de ello unas horas antes y algunos de ellos se encuentran en las inmediaciones del San Carlos. Poco antes de que la columna llegase al San Carlos, el General López Contreras había llegado allí en un carro de alquiler acompañado de un ordenanza. Había sido llamado a la 1:45 de la mañana por el Coronel Willet, alertándolo que algo anormal sucedía en Miraflores. Haciéndose reconocer y obedecer por la prevención del Cuartel, López Contreras apresó al Teniente Fernández y recibió a los sublevados a tiros. Después del tiroteo, el gobierno hizo preso a unos 150 hombres. De los estudiantes comprometidos, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni eludieron la captura. Olavarría, Jorge; Gómez. Un enigma histórico. FUNDACIÓN OLAVARRIA.Caracas, 2007.Pág. 755.  “(…) el Teniente Carlos Leffmans, participante de tales hechos, siendo citado por el Doctor Tomás Enrique Carrillo Batalla según entrevista que concediese el oficial mencionado al historiador Manuel Acosta Silva, afirma: “Entre sus compañeros de prisión desde luego el Capitán Alvarado y el Teniente Barrios, Teniente Fernández, estaban Jesús Miralles, Julio Naranjo, los cadetes López Volckmar Olavarría y Benjamín Delgado Leffmans…”Carrillo Batalla, Tomás Enrique; Cuentas Nacionales de Venezuela, 1915-1935. CDCH-UCV-BCV. Caracas, 2003. Pág.123-127

[11] Palabras recogidas del testimonio de un sobreviviente, el propio alférez Eleazar López Volkmar, quien contara más tarde e hiciera pública esa especie. Rómulo Betancourt recogería palabras equivalentes en un discurso posterior y ya en Barranquilla, al referirse a su participación en aquella asonada.

[12] Pérez, Tenreiro, Tomás; Relatos de mi andar viajero. ITALGRÁFICA. Caracas, 1985.

[13]El señor Coronel Tomás Pérez Tenreiro manifestó reflexiones equivalentes a la Profesora Ocarina Castillo D’Imperio durante una entrevista que citara en su libro biográfico sobre el señor Coronel Carlos Delgado Chalbaud-Gómez. Dice allí el Coronel Pérez Tenreiro: “Las inquietudes nacionales añadidas a las propias de la Institución Armada al crecer y comentarse fueron dando lugar a reuniones, a compactación entre oficiales deseosos de una buena programación de la instrucción, de la orgánica, del armamento…Pero muy importante era el relevo de mandos, ocupados por jefes abnegados y sufridos, pero por regla general incapaces, además cerraban el paso a quienes podían ejercer en meditada manera la jerarquía, la conducción de un programa capaz de sacarnos de la ignorancia, de la rutina asfixiante (…) Así fuimos reuniéndonos en pequeños grupos analizábamos la situación, se imaginaban soluciones, se despertaban esperanzas…”Castillo D’Imperio, Ocarina; Un hombre, un dilema, un  magnicidio. Carlos Delgado Chalbaud. CDCH-UCV. Caracas, 2011.Pág. 155

[14] Catalá, José Agustin; 1945-1947. Del Golpe Militar a la Constituyente. CENTAURO. Caracas, 1992. Pág.3.

[15] Las Fuerzas Armadas para ese momento contaban con 950 oficiales. Los comprometidos, según una lista parcial que cita José Agustín Catalá, miembros todos de la UMP, sumaban 125 oficiales del Ejército y 22 oficiales de la Armada, para un total de 147 oficiales, esto es, 15% de la totalidad de la oficialidad, de lo que  se pudiera colegir que el 85% o no estaba de acuerdo o esperaban a buen recaudo el desarrollo de los acontecimientos. Un detalle interesante que vale la pena citar es la proporción de oficiales subalternos participantes del movimiento, respecto de los superiores y, como era de esperarse, la ausencia total de los generales. De un total, como ya se dijese, de 147 oficiales, 28 son Capitanes y 70 suman los Tenientes, Subtenientes y Alféreces de Navío, esto es, casi la mitad de los comprometidos correspondía a jóvenes o muy jóvenes oficiales.

[16] En el acta firmada el 20 de febrero de 1963, los firmantes acuerdan crear las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Suscriben aquel documento los siguientes oficiales de las Fuerzas Armadas y los civiles que allí se mencionan: Por el Movimiento "2 de Junio", Capitán de Navío MANUEL PONTE RODRÍGUEZ., Capitán de Fragata PEDRO MEDINA SILVA; por el Movimiento "4 de Mayo", Capitán de Corbeta JESÚS TEODORO MOLINA VILLEGAS, Mayor PEDRO VEGAS CASTEJON; por la Unión Cívico-Militar, Teniente Coronel JUAN DE DIOS MONCADA VIDAL, Mayor MANUEL AZUAJE; por el Frente Guerrillero "José Leonardo Chirinos", Comandante DOUGLAS BRAVO, Capitán ELIAS MANUIT CAMERO;

por el Frente Guerrillero "Libertador" Comandante Dr. JUAN VICENTE CABEZAS (Pablo). Recuperado de internet en http://www.cedema.org/ver.php?id=3777.

[17] Expresión vernácula venezolana asimilable a “conversación cercana y familiar”.

[18]En abono a esa importancia histórica e influencia social, empíricamente inconfutable, puede agregarse que en el Alto Mando militar hoy día, dos connotados descendientes directos de portugueses e italianos de primera generación, ocupan importantes cargos. El Almirante Giuseppe Alessandrello Cimadevilla, Comandante General de la Armada Bolivariana, es hijo de italianos de primera generación italo venezolana y el Mayor General José Ornellas Ferreira, hasta el momento de escribir estas líneas, Comandante de la Región de Defensa Integral de Caracas, es hijo de portugueses de primera generación luso venezolana. Ambos son oficiales efectivos (profesionales) y activos de la FANB.  

[19] “Yo no quiero que me dividan la institución entre los que estuvieron con el 18 de octubre y los que no…” Castillo D’Imperio…Op.Cit…Pág.181

[21] Ochoa Antich, Fernando; Así se rindió Chávez.  Libros de EL NACIONAL. Caracas, 2007. Pág.25

[22] Catalá…Op.Cit….Pág.5.

[23] Ochoa Antich…Op.Cit...Pág.130.

[24] Catalá…Idem…Pág.6.

[25] Catalá…Ibíd…Pág.5

[26] Ochoa Antich…Idem…Pág.23

[27] Ochoa Antich…Ibid…Pág.2

[28]“Ninguno de entre ustedes-sea militar de viejo o de nuevo cuño- nos merece fe ni confianza. Conocemos demasiado bien la historia del país para estar convencidos que detrás de nuestros “redentores” de entorchados y machete, se han parapetado siempre apetitos desordenados de mando único, de gobierno absolutista, de imposición personal.” Carta de respuesta de Rómulo Betancourt Bello al General Emilio Arévalo Cedeño, fechada en San José de Costa Rica, el 15 de marzo de 1932. Suárez Figueroa, Naudy; Rómulo Betancourt. Escritos Políticos. 1929-1981. FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT. Caracas, 2006. Pág.62.

[29]La primera reunión de celebró en la casa del Doctor Edmundo Fernández, a las once de la noche del 6 de julio. A ella asistieron, además del anfitrión, Betancourt y Leoni; y por los jóvenes oficiales estuvieron presentes el mayor Marcos Pérez Jiménez y los tenientes Martín Márquez Añez, Francisco Gutiérrrez, Horacio López Conde y Carlos Morales. Por los militares la voz la llevó el oficial de más alto rango, el mayor Marcos Pérez Jiménez. En traje de civil, con los gruesos anteojos de carey, el gangueo prolijo, ese no saber qué hacer con las manos mientras balanceaba las cortas piernas, daba una impresión nada marcial…de primer vistazo se le descubría persona tímida y discursiva, fértil en palabras más que en ideas, perdida en las selva oscura de las vaguedades…todo ese prolijo discurso terminó desembocando en dos ideas concretas: la oficialidad joven del Ejército repudiaba por igual a López y a Medina y estaba dispuesta a dar un golpe de Estado. Y usted, señor Betancourt, es la persona que creemos debe encargarse del gobierno, fue la frase final de la profusa perorata.” Betancourt, Rómulo; Acción Democrática. Primeros años: Oposición y poder. 1941-1948. Papeles de Archivo. Cuadernos de Divulgación histórica. Nª 5. CENTAURO. Caracas, 1987. Págs. 26 y 27. Negrillas en el texto original.

[30] Conocido como “El Cabito” y desde el grado de Sub-Teniente, el General Jesús María Castro León se vio envuelto en múltiples conspiraciones de variada índole y en logias militares conspirativas de diverso tamaño, a lo largo de su carrera militar, no obstante su brillante desempeño profesional como oficial aviador. Descendiente directo del General José Cipriano Castro Ruiz, de cual era nieto, se consideraba “heredero” de las “glorias presidenciales” de su ancestro familiar. Llegó un momento en que sus propios compañeros de armas, lo consideraron como una suerte de “personaje costumbrista” al interior de las Fuerzas Armadas de entonces. Solo cuando sus intentonas se convirtieron en verdaderamente peligrosas para la estabilidad del sistema político que se iniciaba, surgió la necesidad de su “neutralización”: es juzgado por rebelión militar, sentenciado y encarcelado. Muere en el cuartel San Carlos, en la ciudad de Caracas, el 12 de julio de 1965.

[31] En Teoría Política existen al menos tres definiciones formales de movimientos drásticos para la toma del poder político, a saber, el Coup d’Etat, de origen francés y luego asumido como definición exclusiva de Golpe Militar de Estado por ingleses y estadounidenses; el Pronunciamiento, de origen español y que tiene como condición sine qua non la participación de las Fuerzas Armadas tanto en su realización como en el gobierno que deviniese, si hubiese triunfo de la asonada en la toma del poder; y el Putsch alemán, que coloca al “movimiento armado insurreccional” como centro, pero no necesariamente integrado por personal militar activo.

[32] El General Isaías Medina Angarita renunció al cargo de Presidente de la República, el 19 de octubre de 1945, a las 1330 horas (1:30 pm), en presencia de varios ministros de su gabinete y ante oficiales militares identificados como jefes de la rebelión, a saber, los Mayores Marcos Evangelista Pérez Jiménez y Julio César Vargas Cárdenas, en el cuartel de caballería General Ambrosio Plaza. Le dice Medina Angarita al Teniente Braulio Paredes, su edecán provisional y de emergencia hasta ese momento (toda la Casa Militar del Presidente se había sublevado en el cuartel de Miraflores), luego de increparlo por su rendición, acaso por aparente cobardía: “No ha sido por cobardía, Paredes, yo he hecho esto para evitar más derramamiento de sangre; ellos quieren el mando, yo se los entrego…”   Y en la Escuela Militar, ya detenido, siendo las 1500 horas (3.00 pm), dirigiéndose al Mayor Carlos Delgado Chalbaud, también identificado como unos de los jefes de la rebelión: “Carlos, les entrego el poder. Formen  una Junta Militar. Por ningún motivo, entreguen el poder a un civil.”  Testimonio del entonces Teniente Braulio Paredes a la periodista Ana Mercedes Pérez, publicado en el texto “La verdad inédita”. Coincide con la versión de Don Mario Briceño Iragorry, publicada por José Agustín Catalá.

[33]Tras el ejercicio continuado de la dominación carismática (Max Weber), sobreviene el líder carismático dominador, una calidad de tal que termina por agostar, gracias a su carisma, todas las vías y todos los caminos, con independencia de adonde o a quienes conduzca. Eduardo Spranger definió al “líder dominador del tipo político” como “…aquella persona que, en su forma más pura, pone al servicio de su voluntad de poder todas las esferas de valor de su vida…” Redorta, Josep; El poder y sus conflictos. ARIEL. Barcelona, 2005. Pág.173

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